A veces me quejo, lo sabemos todos, que soy muy quejica y que a todo le pongo pegas, y que cuando se me regala algo siempre pongo mala cara aunque luego me encanta y me quedo más contenta que unas castañuelas.
Y me quejo de Holanda y de los holandeses, y de la universidad y de la gente y del tiempo. Pero en el fondo no es así. Me encanta ser Erasmus porque, por una parte, es la única manera que tiene un universitario de Madrid de salir de casa. Es así y todos lo sabemos.
El cambio que ha ocurrido en mi vida en los ultimos tres meses es el cambio más radical que he sufrido nunca. El año pasado le decía a mi compañera de clase, que lo malo de hacer años es ver que no has evolucionado lo suficiente. Hasta agosto yo tenía la misma vida que cuando tenía 12 años, y ahora tengo 23... Las únicas diferencias eran que tenía novio, que en vez de salir de casa los sábados a las 6 lo hacía a las 11, y que si bebía en mi casa no había problemas, más bien unas risillas por parte de mis padres al verme con cara de resaca a la mañana siguiente, en lugar de la bronca que presumo habría habido hace la friolera de 10 años.
Por supuesto que sí he evolucionado, a ver, con 12 años no era lo que soy ahora, y he de decir que me encanta la persona en la que me he convertido y la que tengo previsto ser con un planteamiento realista de las cosas, todo el que me conozca sabe que no seré presidenta del gobierno, y que no me casaré con Bill Gates para robarle todo su dinero y dárselo a Save the Children, y que nunca podré ser mujer florero, y que nunca tendré una Volkswagen Bully en la que hacer un viaje hippie. Sin embargo el gran cambio ha sido el Erasmus, el vivir yo sola y ver que no me muero de hambre a pesar de la pereza y la poca imaginación que tengo para cocinar, porque cocinar, a pesar de lo que piensan los demás, sé; que a pesar de ser desordenada sigo teniendo mi espacio vital limpio, que no se me acaba el dinero del "sueldo" la primera semana del mes, que no me estoy poniendo como una bola a pesar de todas las cosas ricas que compro. La independencia es una cosa que no valoraba tanto como ahora, va a ser difícil someterme otra vez a unas reglas que no marco yo, la verdad. Y es eso lo más duro del Erasmus, supongo, volver a casa de papá y mamá, por mucho que se eche de menos.
Aunque a veces no lo parezca, he llegado hasta aquí porque soy responsable, a pesar de lo que hizo la especialidad con mi disciplina para estudiar. Pero esa disciplina que me obliga a comer pescado de vez en cuando, y verduras cada dos días como poco, y fruta una o dos veces al día, a estudiar y no irme por ahí y a hacer deporte varios días a la semana, y a no fundirme la tarjeta de crédito en Man.., es la que hace que valore lo que tengo. Me doy cuenta de que soy perfectamente capaz de vivir sola, o fuera de casa, y creo que es lo más importante de todo esto. Este año es en realidad una prueba de fuego. Si puedo apañarme en un país extranjero yo sola sin saber el idioma, a pesar de la lluvia y del viento, podré independizarme completamente en cuanto tenga un trabajo, y podré por fin ser la persona mayor que cuando era pequeña quería ser.
Podré acabar mi evolución porque el paso más importante de todos lo he pasado satisfactoriamente: puedo vivir fuera de la casa de mis padres.
Puntualizo: si no me gasto todo mi dinero en Man.. es porque en Holanda es prohibitivo, ni que fuera de Arm..., una camiseta 40€, y qué más....
viernes, 28 de noviembre de 2008
martes, 25 de noviembre de 2008
Blanca
Hay una cosa que no he visto o no he identificado en Holanda. Necesito una crema autobronceante. Empiezo a dar más luz que el sol hereje que me "ilumina". Veo las fotos y me deprimo. ¡Necesito color!
He llegado a esta conclusión cuando he empezado a ver holandesas más morenas que yo...
He llegado a esta conclusión cuando he empezado a ver holandesas más morenas que yo...
Y van dos, y con sorpresa typical spanish
Acabo de despedir a mi segunda visita en Holanda: mi hermano y una amiga suya, que me han usado de campamento base y con los que me he recorrido todo lo que hay que ver en el oeste de Holanda en un fin de semana. Así que me han dado una pequeña paliza.
La gente pensará: "Bueno, Laura, no te quejes, hija, que Holanda es pequeño...". Sí, es verdad, pero Holanda no es el paraíso de la perfección europea que los españoles acomplejados tienen. En realidad esa Europa ordenada, civilizada y limpia no existe, cada país tiene sus historias y sus problemas que corregir, en ocasiones cosas de las que en España nos quejamos y sin embargo, es lo que tenemos a lo que aspiran esos países.
Esto viene a cuento de que resulta que este fin de semana han cerrado todo el domingo la línea férrea que va de La Haya a Rotterdam. Y justo en el punto equidistante de las dos estaciones principales, Den Haag Centraal y Rotterdam Centraal, está la estación de Delft. Este corte se debe a que están de obras, llevan como dos semanas cortando de 12 de la noche a cinco de la mañana cortándolo también, pero lo del domingo el corte fue enterito. Y ayer había un tren cada hora o así, porque se les alargó el tema. Para que luego digamos que esto es España cañí. Lo habría pensado, si no fuera por la bonita ola de frío que ha hecho que caiga la primera nevada de la temporada (en Holanda no suele nevar, y cuando lo hace, se colapsa, ¿a qué me recordará, con su M30 y su metro inundados?).
Mi hermano se ha traído todo lo malo que podría traer, todos sus trenes (que han coincidido con los míos en su mayoría) se han retrasado. Ha hecho un frío rico, rico. He descubierto que las botas que yo usaba para el agua calan si se anda por la nieve durante dos horas. He roto las botas que usaba para salir, para andar, para ir a la universidad y para todo lo demás.
Pero soy feliz, y tengo un motivo muy grande. Aunque mi hermano no me haya traído más que unos sobrecitos de colacao que más que otra cosa son para quitar el mono, el viernes, buscando las casas barco de Delft para enseñárselas, descubrí algo que no sabía que existía (me parece muy fuerte que nadie me lo haya dicho antes): ¡una tienda de productos españoles! E italianos, pero eso no me hace tanta ilusión. Resulta que una amiga también la descubrió el viernes, y ahora somos las dos personas más felices de este pueblo. He desayunado colacao. Pero mucho colacao. Un colacao negro como el culo de un burro. Y hoy para comer tengo cocido madrileño, que aunque sea de lata, es de Lit.... y me va a sentar de bien... Probablemente no sea muy bueno, pero la morriña de comerme unos garbanzos se me va a quitar, en Holanda solo los venden en tiendas de veganos o en tiendas gourmet. Y no. Garbanzos con chorizo. El chorizo es un elemento imprescindible para hacer garbanzos que ya sé dónde comprarlo.
A pesar de todo esto, no me iba a quedar en mi casa comiendo garbanzos (se me hace la boca agua de pensarlo), y ayer estuve en Gouda y en Utrecht, y hay que ir. Son dos sitios preciosos, aunque mi ciudad favorita de Holanda sea Leiden, ¡ayer hizo frío pero hacía sol! Todos sabemos que las cosas son más bonitas si son gratis o si hace buen tiempo, en su defecto.
La gente pensará: "Bueno, Laura, no te quejes, hija, que Holanda es pequeño...". Sí, es verdad, pero Holanda no es el paraíso de la perfección europea que los españoles acomplejados tienen. En realidad esa Europa ordenada, civilizada y limpia no existe, cada país tiene sus historias y sus problemas que corregir, en ocasiones cosas de las que en España nos quejamos y sin embargo, es lo que tenemos a lo que aspiran esos países.
Esto viene a cuento de que resulta que este fin de semana han cerrado todo el domingo la línea férrea que va de La Haya a Rotterdam. Y justo en el punto equidistante de las dos estaciones principales, Den Haag Centraal y Rotterdam Centraal, está la estación de Delft. Este corte se debe a que están de obras, llevan como dos semanas cortando de 12 de la noche a cinco de la mañana cortándolo también, pero lo del domingo el corte fue enterito. Y ayer había un tren cada hora o así, porque se les alargó el tema. Para que luego digamos que esto es España cañí. Lo habría pensado, si no fuera por la bonita ola de frío que ha hecho que caiga la primera nevada de la temporada (en Holanda no suele nevar, y cuando lo hace, se colapsa, ¿a qué me recordará, con su M30 y su metro inundados?).
Mi hermano se ha traído todo lo malo que podría traer, todos sus trenes (que han coincidido con los míos en su mayoría) se han retrasado. Ha hecho un frío rico, rico. He descubierto que las botas que yo usaba para el agua calan si se anda por la nieve durante dos horas. He roto las botas que usaba para salir, para andar, para ir a la universidad y para todo lo demás.
Pero soy feliz, y tengo un motivo muy grande. Aunque mi hermano no me haya traído más que unos sobrecitos de colacao que más que otra cosa son para quitar el mono, el viernes, buscando las casas barco de Delft para enseñárselas, descubrí algo que no sabía que existía (me parece muy fuerte que nadie me lo haya dicho antes): ¡una tienda de productos españoles! E italianos, pero eso no me hace tanta ilusión. Resulta que una amiga también la descubrió el viernes, y ahora somos las dos personas más felices de este pueblo. He desayunado colacao. Pero mucho colacao. Un colacao negro como el culo de un burro. Y hoy para comer tengo cocido madrileño, que aunque sea de lata, es de Lit.... y me va a sentar de bien... Probablemente no sea muy bueno, pero la morriña de comerme unos garbanzos se me va a quitar, en Holanda solo los venden en tiendas de veganos o en tiendas gourmet. Y no. Garbanzos con chorizo. El chorizo es un elemento imprescindible para hacer garbanzos que ya sé dónde comprarlo.
A pesar de todo esto, no me iba a quedar en mi casa comiendo garbanzos (se me hace la boca agua de pensarlo), y ayer estuve en Gouda y en Utrecht, y hay que ir. Son dos sitios preciosos, aunque mi ciudad favorita de Holanda sea Leiden, ¡ayer hizo frío pero hacía sol! Todos sabemos que las cosas son más bonitas si son gratis o si hace buen tiempo, en su defecto.
martes, 18 de noviembre de 2008
Noviembre en Holanda
Bueno, no voy a volver sobre lo que hacen los holandeses y lo que no. Pero la verdad es que me sorprende que tengan esa vida con el clima que, más que tener, sufren. Hay días, y más este mes de noviembre que a mí siempre me da depresivo por algunas razones que no vienen a cuento, otras porque Madrid es precioso en este mes y lo echo de menos, y otras porque están tan lejanas y tan dentro de mi subconsciente que ya ni me acuerdo de ellas, que yo me quedaría en casa durmiendo o viendo comedias románticas de cuando el amor existe y es puro y te hace llorar de lo bonito y entrañable que es. O peor, películas de Disney, que reconozco que lloro con ellas y lo digo con la cabeza bien alta, que además sacan de mí la niña que llevo dentro y que no quiero perder y que dejé de ser definitivamente por todas las razones que hacen de noviembre un mes triste.
Y mientras yo estoy en casa en mi habitación con tendencias depresivas, mis compañeros de piso salen de fiesta, y lo que es más, se ríen a carcajadas como solo la gente del sur de Europa sabe hacer. Me fascina que el tiempo horrible no les deje en casa, porque yo en noviembre salgo un poco por obligación moral (soy joven, no voy a volver a tener 23 años, tengo que salir ahora que no tengo responsabilidades, me voy a pasar el resto de la semana diciéndome que tengo ganas de salir y arrepintiéndome de no haberlo hecho en el momento para hacerlo).
He de decir que si ahora, en este mes, no salgo más, es porque tengo que estudiar como una campeona. Pero la verdad es que me lo sigo pasando bien.
Es lo que tiene el Erasmus, fines de semana completitos con planes de todos los colores: salir con la gente que sabe a donde ir y pasarlo genial, y a los dos días perderte por una ciudad porque no te dejan entrar en ningún sitio por ser extranjera, andar sin parar hasta encontrar un sitio que parece el salón de la casa de mi abuela con música de los Strokes. Volver a casa a las 6 olvidándote de todo lo que debes hacer y de que es noviembre. Y salir a tomar una cerveza de relax mientras hablas de cosas personales con los amigos que sientes que ya son parte de tu vida para siempre aunque no estés segura de que el contacto vaya a serlo, siendo realistas (sigue siendo noviembre).
Y mientras yo estoy en casa en mi habitación con tendencias depresivas, mis compañeros de piso salen de fiesta, y lo que es más, se ríen a carcajadas como solo la gente del sur de Europa sabe hacer. Me fascina que el tiempo horrible no les deje en casa, porque yo en noviembre salgo un poco por obligación moral (soy joven, no voy a volver a tener 23 años, tengo que salir ahora que no tengo responsabilidades, me voy a pasar el resto de la semana diciéndome que tengo ganas de salir y arrepintiéndome de no haberlo hecho en el momento para hacerlo).
He de decir que si ahora, en este mes, no salgo más, es porque tengo que estudiar como una campeona. Pero la verdad es que me lo sigo pasando bien.
Es lo que tiene el Erasmus, fines de semana completitos con planes de todos los colores: salir con la gente que sabe a donde ir y pasarlo genial, y a los dos días perderte por una ciudad porque no te dejan entrar en ningún sitio por ser extranjera, andar sin parar hasta encontrar un sitio que parece el salón de la casa de mi abuela con música de los Strokes. Volver a casa a las 6 olvidándote de todo lo que debes hacer y de que es noviembre. Y salir a tomar una cerveza de relax mientras hablas de cosas personales con los amigos que sientes que ya son parte de tu vida para siempre aunque no estés segura de que el contacto vaya a serlo, siendo realistas (sigue siendo noviembre).
sábado, 15 de noviembre de 2008
Holandeses, esa gente de bien
Como si me acabara de dar cuenta, mi blog también lo pueden leer los holandeses, y teniendo en cuenta que es bastante fácil de encontrar en Internet si uno se quiere venir de Erasmus a Holanda, voy a hablar bien de esta gente. Un amigo me dijo que soy muy crítica con ellos, pero es que las cosas malas son las divertidas. También tienen cosas buenas, y de eso va este post.
Los holandeses son gente que lejos de lo que se espera de ellos, se parecen a veces bastante a los españoles. Les gusta beber y salir de fiesta, y por eso aquí los bares de copas, o sucedáneos, cierran sobre las 4. Esto es algo de lo que debe aprender Madrid y su querido alcalde (que no es el mío, y por eso me puedo quejar), todos sabemos que la noche madrileña era de las mejores de Europa y con esto de que ahora cierra todo a las tres se la está cargando.
Los holandeses, para lo bueno y para lo malo, son muy independientes. Pero en un sentido mucho mejor que el que pueden tener otras personas. Con 18 años empiezan la universidad y el 80% de ellos se va de casa. Y aquí estoy yo, menos mal que estoy de Erasmus, pero estoy expectante por que se me acabe y volver a casa con mami con 24 castañas como 24 casas de grandes. Y entonces se las tienen que apañar ellos solitos. Esto hace de ellos personas que cocinan, cuelgan cuadros, descongelan neveras, arreglan bicis y, aunque mi casa no lo parezca, limpian y lo dejan todo como los chorros del oro. Y yo doy gracias por saber planchar, coser y limpiar. En serio, son todos los que yo conozco perfectos maridos/mujeres. Es una cosa que me alucina, en España me gustaría saber cuantas chicas de las que yo conozco sabe cambiar la rueda de atrás de una bici y colocarle los radios que se le han roto, apuesto a que una parte de ellas ni siquiera sabe qué hacer cuando se sale la cadena. Y, bueno, sé que mis amigos cocinan, y por cierto, muy bien, pero no les veo cosiendo ni zurciendo. Pero son amigos de sus amigos, y no están despegados de sus padres, la mayor parte de los holandeses que conozco, los de mi casa por ejemplo, van casi todos los fines de semana a casa a verlos.
Otra cosa de los holandeses que está bien, es como decía mi amiga de Múnich, que para ellos andar en bici una hora al día no es deporte, y por eso se van al gimnasio. Yo no me siento especialmente bolita como ella, porque para mí lo que ando en bici aquí tampoco es deporte, y por eso voy al gimnasio o salgo a correr. En menos de un kilómetro a la redonda de mi casa hay por lo menos tres gimnasios. También esto es importante para el hecho de que no estén gordos (y que comen la mitad de comida que yo en cantidad, que no en calorías).
Algo que me asombra es que casi todos los holandeses de una edad parecida a la mía están bastante abiertos de mente, porque han viajado bastante, claro que nosotros para ir a la playa y asegurarnos de que haga bueno no tenemos que cambiarnos de país; ellos van a un pueblo llamado Loretdemay en la provincia de Gerona. 10 puntos a quien haya estado en este sitio, porque me costó averiguar cuál era. También viajan a otros sitios de interés cultural donde la comunidad holandesa turística es menor y las playas y el alcohol barato no existen.
Un amigo me dijo que los holandeses son muy leales, y que cuando tienes un amigo holandés lo tienes para toda la vida, no como en Españal, que hoy tu mejor amigo es tu compañero de clase, y el año que viene hace otra especialidad en la escuela y si te he visto no me acuerdo. La verdad es que les pasa un poco como a los alemanes, son muy hospitalarios y amables, aunque no te digan nada cuando te pisan sin querer, o cuando te tiran medio café hirviendo en la mano. Yo creo que lo que más me llama la atención de los holandeses es que son muy altos, y por lo general muy guapos. Al principio pensaba que era un poco la novedad, pero no, es que son muy guapos y no hay nada más que hablar.
Lo que más me gusta de ellos es que tienen todo lo que tienen los belgas, es decir: cerveza y chocolate, los dos mayores placeres culinarios del mundo después de las lentejas con chorizo de mi mami. Pero los holandeses son en general mucho más simpáticos y hablan bien inglés. Además la vida aquí es más barata que en España, menos salir, pero eso, aunque me cueste reconocerlo, es prescindible.
Podría escribir bastante sobre las cosas que podríamos aprender los españoles de los holandeses, pero ninguno de los dos somos perfectos.
Los holandeses son gente que lejos de lo que se espera de ellos, se parecen a veces bastante a los españoles. Les gusta beber y salir de fiesta, y por eso aquí los bares de copas, o sucedáneos, cierran sobre las 4. Esto es algo de lo que debe aprender Madrid y su querido alcalde (que no es el mío, y por eso me puedo quejar), todos sabemos que la noche madrileña era de las mejores de Europa y con esto de que ahora cierra todo a las tres se la está cargando.
Los holandeses, para lo bueno y para lo malo, son muy independientes. Pero en un sentido mucho mejor que el que pueden tener otras personas. Con 18 años empiezan la universidad y el 80% de ellos se va de casa. Y aquí estoy yo, menos mal que estoy de Erasmus, pero estoy expectante por que se me acabe y volver a casa con mami con 24 castañas como 24 casas de grandes. Y entonces se las tienen que apañar ellos solitos. Esto hace de ellos personas que cocinan, cuelgan cuadros, descongelan neveras, arreglan bicis y, aunque mi casa no lo parezca, limpian y lo dejan todo como los chorros del oro. Y yo doy gracias por saber planchar, coser y limpiar. En serio, son todos los que yo conozco perfectos maridos/mujeres. Es una cosa que me alucina, en España me gustaría saber cuantas chicas de las que yo conozco sabe cambiar la rueda de atrás de una bici y colocarle los radios que se le han roto, apuesto a que una parte de ellas ni siquiera sabe qué hacer cuando se sale la cadena. Y, bueno, sé que mis amigos cocinan, y por cierto, muy bien, pero no les veo cosiendo ni zurciendo. Pero son amigos de sus amigos, y no están despegados de sus padres, la mayor parte de los holandeses que conozco, los de mi casa por ejemplo, van casi todos los fines de semana a casa a verlos.
Otra cosa de los holandeses que está bien, es como decía mi amiga de Múnich, que para ellos andar en bici una hora al día no es deporte, y por eso se van al gimnasio. Yo no me siento especialmente bolita como ella, porque para mí lo que ando en bici aquí tampoco es deporte, y por eso voy al gimnasio o salgo a correr. En menos de un kilómetro a la redonda de mi casa hay por lo menos tres gimnasios. También esto es importante para el hecho de que no estén gordos (y que comen la mitad de comida que yo en cantidad, que no en calorías).
Algo que me asombra es que casi todos los holandeses de una edad parecida a la mía están bastante abiertos de mente, porque han viajado bastante, claro que nosotros para ir a la playa y asegurarnos de que haga bueno no tenemos que cambiarnos de país; ellos van a un pueblo llamado Loretdemay en la provincia de Gerona. 10 puntos a quien haya estado en este sitio, porque me costó averiguar cuál era. También viajan a otros sitios de interés cultural donde la comunidad holandesa turística es menor y las playas y el alcohol barato no existen.
Un amigo me dijo que los holandeses son muy leales, y que cuando tienes un amigo holandés lo tienes para toda la vida, no como en Españal, que hoy tu mejor amigo es tu compañero de clase, y el año que viene hace otra especialidad en la escuela y si te he visto no me acuerdo. La verdad es que les pasa un poco como a los alemanes, son muy hospitalarios y amables, aunque no te digan nada cuando te pisan sin querer, o cuando te tiran medio café hirviendo en la mano. Yo creo que lo que más me llama la atención de los holandeses es que son muy altos, y por lo general muy guapos. Al principio pensaba que era un poco la novedad, pero no, es que son muy guapos y no hay nada más que hablar.
Lo que más me gusta de ellos es que tienen todo lo que tienen los belgas, es decir: cerveza y chocolate, los dos mayores placeres culinarios del mundo después de las lentejas con chorizo de mi mami. Pero los holandeses son en general mucho más simpáticos y hablan bien inglés. Además la vida aquí es más barata que en España, menos salir, pero eso, aunque me cueste reconocerlo, es prescindible.
Podría escribir bastante sobre las cosas que podríamos aprender los españoles de los holandeses, pero ninguno de los dos somos perfectos.
martes, 11 de noviembre de 2008
Y de vuelta a la realidad erasmus
Y sí que volví a la rutina, sí. Fiestas, días sin hacer nada en absoluto, vagueza, acordarme de los padres de mis compañeros de piso porque se levantan para ir a clase a las 9 y hacen ruido, resaca y noches de pelis y de series.
Además que el fin de semana pasado se me acumularon las fiestas, y no me hace mucha gracia, porque es bastante horrible que tengas que elegir una cosa que hacer cuando otros días me quedo en casa por falta de planes. Y porque todas las fiestas que proponen, y todos los planes, son a cada uno más atrayentes.
Y claro, te lo pasas tan bien que al día siguiente te quedas destrozado y no te queda más remedio que no salir y quedarte en casa durmiendo la resaca. Y me lo paso bien, la gente no vuelve a casa en Holanda a las 8 de la mañana con el sol en la cara, y yo sí.
Básicamente esto ha sido mi fin de semana.
Pero lo de las fiestas se va a acabar. Las fiestas en Delft, digo. El otro día estuve con los erasmus de mi escuela del año pasado, y empezaban a contar cuando salían por Amsterdam, Rotterdam y La Haya, y cuando se iban de viaje. Y yo no he salido por La Haya, y no conozco Rotterdam de día, y llevo un mes y medio en Holanda sin casi salir de Delft. Menos mal que cuando vino Jorge estuvimos haciendo bastante turismo, aunque de tanto andar después me dolía mucho el pie y nos tuvimos que quedar en Delft, de nuevo.
Hay días que son absolutamente geniales para hacer turismo, y sin embargo yo tengo cosas que hacer, o estoy de resaca, como el sábado.
Pero este periodo, a parte de hacer el propósito de viajar y de salir por sitios mejores que fiestas universitarias como las de las películas, he empezado a hacer el proyecto. Ayer me dijo el tutor que un ECTS son 28 horas de trabajo, y yo tengo 40. Así que no sé hasta que día me voy a quedar aquí, pero me temo que todo el veranito me lo voy a pasar en Holanda como una campeona. La verdad es que en esta universidad a los erasmus también nos hacen trabajar, porque somos tantos que ya no pueden bajar el nivel más, y menos cuando se dan cuenta de que, para bien o para mal, a pesar de la cantidad de españoles e italianos que hay, mi inglés es bastante mejor que la media italoespañola (lo siento si a alguien le sienta mal, pero es así).
Además que el fin de semana pasado se me acumularon las fiestas, y no me hace mucha gracia, porque es bastante horrible que tengas que elegir una cosa que hacer cuando otros días me quedo en casa por falta de planes. Y porque todas las fiestas que proponen, y todos los planes, son a cada uno más atrayentes.
Y claro, te lo pasas tan bien que al día siguiente te quedas destrozado y no te queda más remedio que no salir y quedarte en casa durmiendo la resaca. Y me lo paso bien, la gente no vuelve a casa en Holanda a las 8 de la mañana con el sol en la cara, y yo sí.
Básicamente esto ha sido mi fin de semana.
Pero lo de las fiestas se va a acabar. Las fiestas en Delft, digo. El otro día estuve con los erasmus de mi escuela del año pasado, y empezaban a contar cuando salían por Amsterdam, Rotterdam y La Haya, y cuando se iban de viaje. Y yo no he salido por La Haya, y no conozco Rotterdam de día, y llevo un mes y medio en Holanda sin casi salir de Delft. Menos mal que cuando vino Jorge estuvimos haciendo bastante turismo, aunque de tanto andar después me dolía mucho el pie y nos tuvimos que quedar en Delft, de nuevo.
Hay días que son absolutamente geniales para hacer turismo, y sin embargo yo tengo cosas que hacer, o estoy de resaca, como el sábado.
Pero este periodo, a parte de hacer el propósito de viajar y de salir por sitios mejores que fiestas universitarias como las de las películas, he empezado a hacer el proyecto. Ayer me dijo el tutor que un ECTS son 28 horas de trabajo, y yo tengo 40. Así que no sé hasta que día me voy a quedar aquí, pero me temo que todo el veranito me lo voy a pasar en Holanda como una campeona. La verdad es que en esta universidad a los erasmus también nos hacen trabajar, porque somos tantos que ya no pueden bajar el nivel más, y menos cuando se dan cuenta de que, para bien o para mal, a pesar de la cantidad de españoles e italianos que hay, mi inglés es bastante mejor que la media italoespañola (lo siento si a alguien le sienta mal, pero es así).
miércoles, 5 de noviembre de 2008
De vuelta a la rutina
Pues se supone que yo debería estar en clase, pero como no la he encontrado, y además el profesor no ha hecho descanso, no he podido ir.
Las clases empezaron de nuevo el lunes, pero hasta ayer no tuve, y como era la presentación y estaba un poco triste no fui. La verdad es que soy un poco gañana, y despues de haber estado el periodo anterior sin hacer nada útil con mi vida, sigo haciendo lo mismo: vaguear. Pero mañana empiezo ya a liarme con lo del proyecto, con la bibliografía que me tengo que estudiar como una campeona antes de hacer ensayos durante 450 horas (si aquí el proyecto me vale 40 ECTS, allí en Madrid me valdrá unos 45). Y hoy tengo clase todo el día, y el viernes también, y los martes también, y luego el gimnasio...
El mes de noviembre a mí por lo general me deprime bastante, y aquí va a ser aun peor anocheciendo a las 5, así que por eso necesito realmente mucha actividad. Y espero que visitas; a parte de buscarme un billete a Múnich, lo cual ya me esta quitando mucho tiempo, se supone que viene mi hermano con sus amigos a verme. Pero tampoco lo tengo muy claro.
Como hechos destacables de este fin de exámenes, a parte de haber recibido mi primera visita Erasmus, cabe decir que por fin conozco La Haya. Que estoy a 10 km y todavía no lo había visto.
Es bonito pero soso, me mata que no haya gente por la calle y por eso me encanta Madrid, y Amsterdam es lo más parecido que he visto por aquí y es la ciudad que más me gusta. Mucha casa majestuosa y calle vacías como en Abre los.... es lo único que hay en La Haya.
Para ser sincera, no estoy viajando demasiado ni estoy saliendo mucho. En Delft se está bien, es un sitio pequeño pero acogedor, y casi todos los fines de semana hay fiestas a las que merece la pena ir. Por otro lado, Rotterdam tiene salas muy chulas para salir y es suficiente para mí, que no soy de macrodiscoteca con la gente puesta hasta las cejas. Probablemente esto no es lo que pegue con la vida de los Erasmus en Madrid, que es lo que yo por un lado pensaba que iba a tener. En fin, estoy en Holanda y no me puedo quejar, nunca pensé que los bares cerraran a las 2 entre semana en este país, teniendo en cuenta que la gente no es de estar mucho en la calle. Pero aunque sea un país de gente rancia, y de estar pronto en casa, en Delft hay casi tantos bares como en una ciudad cualquiera en España, y tengo la suerte de vivir en una ciudad universitaria, que aunque llena de ingenieros, sigue estando viva.
Perdón por las faltas de ortografía que haya podido tener en este post, a mí también me duele verlas, pero estoy en la universidad con un teclado sin acentos y sin eñe, y las he tenido que copiar una por una.
Las clases empezaron de nuevo el lunes, pero hasta ayer no tuve, y como era la presentación y estaba un poco triste no fui. La verdad es que soy un poco gañana, y despues de haber estado el periodo anterior sin hacer nada útil con mi vida, sigo haciendo lo mismo: vaguear. Pero mañana empiezo ya a liarme con lo del proyecto, con la bibliografía que me tengo que estudiar como una campeona antes de hacer ensayos durante 450 horas (si aquí el proyecto me vale 40 ECTS, allí en Madrid me valdrá unos 45). Y hoy tengo clase todo el día, y el viernes también, y los martes también, y luego el gimnasio...
El mes de noviembre a mí por lo general me deprime bastante, y aquí va a ser aun peor anocheciendo a las 5, así que por eso necesito realmente mucha actividad. Y espero que visitas; a parte de buscarme un billete a Múnich, lo cual ya me esta quitando mucho tiempo, se supone que viene mi hermano con sus amigos a verme. Pero tampoco lo tengo muy claro.
Como hechos destacables de este fin de exámenes, a parte de haber recibido mi primera visita Erasmus, cabe decir que por fin conozco La Haya. Que estoy a 10 km y todavía no lo había visto.
Es bonito pero soso, me mata que no haya gente por la calle y por eso me encanta Madrid, y Amsterdam es lo más parecido que he visto por aquí y es la ciudad que más me gusta. Mucha casa majestuosa y calle vacías como en Abre los.... es lo único que hay en La Haya.
Para ser sincera, no estoy viajando demasiado ni estoy saliendo mucho. En Delft se está bien, es un sitio pequeño pero acogedor, y casi todos los fines de semana hay fiestas a las que merece la pena ir. Por otro lado, Rotterdam tiene salas muy chulas para salir y es suficiente para mí, que no soy de macrodiscoteca con la gente puesta hasta las cejas. Probablemente esto no es lo que pegue con la vida de los Erasmus en Madrid, que es lo que yo por un lado pensaba que iba a tener. En fin, estoy en Holanda y no me puedo quejar, nunca pensé que los bares cerraran a las 2 entre semana en este país, teniendo en cuenta que la gente no es de estar mucho en la calle. Pero aunque sea un país de gente rancia, y de estar pronto en casa, en Delft hay casi tantos bares como en una ciudad cualquiera en España, y tengo la suerte de vivir en una ciudad universitaria, que aunque llena de ingenieros, sigue estando viva.
Perdón por las faltas de ortografía que haya podido tener en este post, a mí también me duele verlas, pero estoy en la universidad con un teclado sin acentos y sin eñe, y las he tenido que copiar una por una.
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