martes, 11 de noviembre de 2008

Y de vuelta a la realidad erasmus

Y sí que volví a la rutina, sí. Fiestas, días sin hacer nada en absoluto, vagueza, acordarme de los padres de mis compañeros de piso porque se levantan para ir a clase a las 9 y hacen ruido, resaca y noches de pelis y de series.
Además que el fin de semana pasado se me acumularon las fiestas, y no me hace mucha gracia, porque es bastante horrible que tengas que elegir una cosa que hacer cuando otros días me quedo en casa por falta de planes. Y porque todas las fiestas que proponen, y todos los planes, son a cada uno más atrayentes.
Y claro, te lo pasas tan bien que al día siguiente te quedas destrozado y no te queda más remedio que no salir y quedarte en casa durmiendo la resaca. Y me lo paso bien, la gente no vuelve a casa en Holanda a las 8 de la mañana con el sol en la cara, y yo sí.
Básicamente esto ha sido mi fin de semana.
Pero lo de las fiestas se va a acabar. Las fiestas en Delft, digo. El otro día estuve con los erasmus de mi escuela del año pasado, y empezaban a contar cuando salían por Amsterdam, Rotterdam y La Haya, y cuando se iban de viaje. Y yo no he salido por La Haya, y no conozco Rotterdam de día, y llevo un mes y medio en Holanda sin casi salir de Delft. Menos mal que cuando vino Jorge estuvimos haciendo bastante turismo, aunque de tanto andar después me dolía mucho el pie y nos tuvimos que quedar en Delft, de nuevo.
Hay días que son absolutamente geniales para hacer turismo, y sin embargo yo tengo cosas que hacer, o estoy de resaca, como el sábado.
Pero este periodo, a parte de hacer el propósito de viajar y de salir por sitios mejores que fiestas universitarias como las de las películas, he empezado a hacer el proyecto. Ayer me dijo el tutor que un ECTS son 28 horas de trabajo, y yo tengo 40. Así que no sé hasta que día me voy a quedar aquí, pero me temo que todo el veranito me lo voy a pasar en Holanda como una campeona. La verdad es que en esta universidad a los erasmus también nos hacen trabajar, porque somos tantos que ya no pueden bajar el nivel más, y menos cuando se dan cuenta de que, para bien o para mal, a pesar de la cantidad de españoles e italianos que hay, mi inglés es bastante mejor que la media italoespañola (lo siento si a alguien le sienta mal, pero es así).

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