viernes, 28 de agosto de 2009

El post optimista

Veo a los nuevos llegar andando y sin bici, y el otro día me fui al Ruif y me encontré con un colega, y los dos pensábamos lo mismo: pobres... ¡Están tan asustados! Él no, porque es holandés, pero yo hace un añito estaba igual.
Llegué al Ruif, y por un lado me daba un poco de envidia, todo nuevo: vida nueva, amigos nuevos, ex-novio nuevo, novio nuevo... En fin, las cosas del erasmus. Eso sí, una pereza que me da a mí todo eso ya que no os la creéis. Y veo las fotos en el tuenti y en el facebook de los que se van ahora, que están llegando a sus nuevas vidas, y ya no me dan envidia. Y veo la gente que se va de viaje, y obviando que necesito unas vacaciones más que el comer, ¡no me dan envidia!
Probablemente éste sea el post más optimista que haya escrito nunca de verdad.
¿Qué más se le puede pedir a la vida? Me encantan mis amigos de Delft, los pocos que tengo; y me encanta mi casa, y me encanta la universidad, y me encanta todo lo que tengo en Madrid. Hasta novio que tengo, que teniendo en cuenta que llevo aquí un año sin él, y que estudio ingeniería y me he convertido en un hombre de barriga cervecera... La vida me trata muy bien.
A ver, no cuelgo fotos de Delft porque si no, os aburro, no cuelgo fotos de mi novio, porque sale mal (como no me lee, lo puedo decir abiertamente: Jorge, NO eres fotogénico), y no cuelgo fotos de mi casa para que todos los que van a venir a Delft a sufrir a Duwo no tengáis envidia, jaja. He de decir que no todo es perfecto, y que Duwo me está soplando 375 pavos por vivir en mi palacio. ¡Pero es mucho mejor que Poptahof!
En fin, que la vida me sonríe, el sol me da en la cara, y os voy a enseñar, qué coño, una foto en Delft de modo love. Con sol y todo, ahí lo llevas.


miércoles, 26 de agosto de 2009

Nueva fase

Pues yo, al igual que Rosa, empiezo una nueva fase en Holanda, pero sin volver a Madrid tantas veces ni por tanto tiempo. Ya veis, el destino también es caprichoso y ha decidido que me tengo que quedar un rato largo. No os preocupéis, pequeños, porque a pesar de la inevitable depresión post erasmus que incluso los psicólogos están pensando en catalogar en España (en otros países ya existe), volveré y espero que todos seamos felices y comamos perdices y que me hagáis una fiesta de bienvenida a España y de biensalida de la ETSII, como ingeniera, por la puerta grande que solo uso en ocasiones especiales: cuando me voy al Corte Inglés de compras.
La nueva fase en Holanda pasa por vivir con chicos: he pasado por una casa con adolescentes, una casa con chicas, y ahora una casa con chicos. Efectivamente, mucho más limpia que la de chicas. Y por supuesto, mucho más limpia que la de los adolescentes, que los colegas tienen 25 palos. Y con unos bonitos pósters de tías buenas. Como en el baño de la casa de chicas, pero ahora con tías.
Ante todos estos cambios, ahora que dejo de ser exchange student y soy guest de la universidad, y vivo en la casa nueva tranquila, sin ruido ni gatos ni bichos de cualquier otro tipo (Sandrita, qué poco echo de menos al gato, no te imaginas), empiezan a venir ya los nuevos internacionales. Y yo esta noche, para variar, me iré al Ruif, el bar de los erasmus, a ver qué se cuece y si hay alguno ya. De momento solo hay chinos, iraníes y africanos.
Me veo muy diferente de la persona que llegó a Holanda hace un año, en mi holandesificación he decidido que paso de cocinar (aún más) y que voy a cenar con mis compañeros de piso, ahora que hablan en inglés en cuanto entro por la cocina. Y por supuesto no tengo el ansia de conocer gente que tenía el año pasado, ahora si conozco a alguien, bien, pero seguro que voy al Ruif a tomarme una cerveza y a casa, tampoco es plan de forzar. Es otra cosa que mi hígado me dijo que ya me valía: no más cacahuetes, por favor. Él manda, yo obedezco.
Sin beca erasmus, las cosas te las tomas a otro ritmo y con más calma. Total, todo lo que tenías que hacer, ya lo has hecho mientras el gobierno pagaba, ¿no?
Ante todo me veo que ya estoy muy holandesificada por el comportamiento de otros internacionales montados en bici. Es una pena que María no lea esto, pero el año pasado, cuando nos conocimos, no podía andar sin una mano en la bici, y al final mandaba mensajes mientras montaba. Cómo voy a echar de menos ir a todas partes en bicicleta, llueva o granice. Cómo voy a echar de menos este país y todas las cosas buenas que me han pasado aquí.

domingo, 23 de agosto de 2009

Impresiones

Esto es un aviso para la gente que viene a Delft este año de Erasmus y/o alumnos invitados (ejem, yo soy Erasmus hasta el martes que viene, y luego invitada). Nunca he contado aquí cómo fue mi primera impresión de Delft, y la verdad, fue mala. Muy mala.
A mí me encanta Delft, me encanta el ambiente, la gente y la universidad, y todo, me apasiona todo lo que hay aquí y todo lo que para mí significa, pero al principio...
Para empezar, hace un año no tenía casa en Delft, y venía el 1, por la incomp....... de determinadas personas a las que no voy a nombrar hasta que no me den el título de ingeniera. Cometieron unos errores enormes y este año lo han vuelto a hacer, por si con dos años seguidos que yo conozco no tuvieran suficiente. Así que mi estado era de histeria. Bien, me dan casa, genial, y yo pedí Poptahof, pero no era Poptahof. Mejor, ahora lo sé, pero en ese momento no me hizo ni puñetera gracia.
Miro dónde está en el mapa, y cae al lado del cartel de "Delft (tachado), tot ziens". O sea, fuera de Delft. Bueno... es una casa y no debo quejarme.
El caso es que llego al aeropuerto para venir a Holanda. A las 4 de la mañana me dice una señorita de Ryanair que tengo que pagar 150 € de sobrepeso. Genial... Y no llevaba 60 kilos. Ahora sí pesa 60 kilos pero en aquel momento pesaba 21... Yo histérica, mis padres histéricos, mi hermano histérico. Una escena genial.
Llegamos a Eindhoven, y nos dicen que no se pueden usar tarjetas de crédito ni de débito extranjeras en este país. Bien, no sé cómo voy a pagar si no...
Conseguimos llegar a Delft, y damos con la única señora que no habla inglés en este país, nos perdemos para llegar a Duwo (hablo en plural porque iba con otros tres personajes de mi escuela), y Duwo está en el infinito. O eso me pareció a mí, claro, en bici tardas 2 minutos y yo no sé ir andando a los sitios. Además de que en este país las calles no tienen plaquitas con el nombre, y la gente no se los sabe tampoco. Así que dimos un par de vueltas al edificio, para qué vas a señalar... Yo creo que se me saltaban las lágrimas ya.
En DUWO conocimos a una tía que me da igual que lea esto, porque seguiré pensando que es tonta y más falsa que nada. Ahora por lo menos somos coherentes y nos hemos retirado el saludo, pero bueno. La tía se empezó a flipar y a contarnos que ella conocía Delft y a los holandeses por haber estado seis meses de Erasmus el año anterior. Bueno, teniendo en cuenta cómo es esta gente, o te meten en sus casas, o ni te enteras de qué van, pero si ella lo dice... La cosa es que pago la casa, hago un contrato por un año por un sitio que no he visto más que con las fotos del Google Maps, me llaman a un taxi que me lleve a mi casa, y el tipo me da más vueltas que nada, a las 5 de la mañana de la estación a mi casa, el taxi vale la mitad de lo que me costó ese día, pero bueno. Yo iba en el taxi, de DUWO a mi casa en Van Hasseltlaan, que era donde vivía antes, y pensaba: "¿ESTO es turístico?". A ver, horrible es poco. Solo había turcos por la calle, mujeres a las que solo se les veían los ojos, delicuencia y chinos, el enemigo número del erasmus. Yo me quería volver a mi casa a llorar.
Y en esto que llego a mi casa: efectivamente, me pongo a llorar. Era un pasillo, más o menos como el de ahora, con un ventanuco que te asomabas y tenía el cristal enrejado. En la cocina estaba Elias, que es un niño adorable, pero que el pobre acababa de salir de su pueblo en Bélgica casi por primera vez en su vida, y su inglés aún deja bastante que desear, y era... un niño desastroso incapaz de vivir fuera de casa. Ya no, esta gente espabila enseguida, que conste. Pero Elias representaba muy bien aquella cocina: desastre.
Mi cuarto era muy grande, ¡y tenía mi propio baño! En el que no me atrevía a entrar sin traje de protección tóxica. Gasté ese día media botella de lejía, el tío del año anterior era un pedazo de guarro y no creo que limpiara en todo el año. Me cargué los estratos arqueológicos de mierda erasmusil de años.
A Jorge en junio le seguía dando asquete, pero era mi baño y yo entraba descalza, cosa que no hacía en el resto de la casa.
Con el baño no acababa la cosa: el colchón (ya iba a decir la matriz...) le quedaba pequeño a la cama, la cama hacía ruido de ñiquiñiqui con soplarla, iban a pensar, vaya con la erasmus, qué fresca, todo el día que se tira ahí dándole... Y además había moqueta. ¿Por qué? ¿Por qué ponéis moqueta, pedazo de guarros? En la habitación de un estudiante NO debería haber moqueta. Pero eso no es lo peor, lo peor es que había una vomitona reseca al lado de la cama. Por experiencia, son cosas que pasan. Me pasaron. Pero fui lo suficientemente inteligente como para colocar la papelera al lado de la cama los días que sabía que iba a beber mucho, como un amigo mío se abre la cama antes de irse de fiesta. Previsión, lo llaman.
El caso es que con la moral por los suelos me fui andando a la universidad, y por supuesto, llegué hecha una sopa. La universidad era genial, pero la gente dejaba de trabajar a las 3 y no me daban la oportunidad de tomarme una cerveza para consolarme. Además, con los problemillas de incom......... de la escuela, llegamos tarde y no teníamos clave para internet ni nada en casa, así que no podíamos matricularnos, ni mirar el correo, ni nada. Y llegamos tarde a las presentaciones.
Además en la uni y en todas partes todo cerraba a las 6, me deprimía, todo el mundo a cenar y yo casi ni había comido. Todo vacío y yo necesitaba hacer tantas cosas...
Por la tarde quedamos con la tía tonta para que nos enseñara Delft, y mira tú por dónde, acabamos en el bar de debajo de la que aún es mi casa. A mí me parecía todo una mierda porque vivía en el culo del mundo en un pozo de porquería, las cosas eran caras, la cerveza aguada, no tenía bici y todo el mundo me daba miedo porque las bicis mandan. La gente hablaba un idioma horrible e incomprensible y llovía y hacía frío. Era 1 de septiembre y echaba de menos una cazadora.
Por la noche, por supuesto, no pude dormir, a ver, ¡sin persiana! Estaba agotada, y no podía con mi vida. Me había hecho el firme propósito de no hacer amigos españoles y me veía en mal camino: eran una plaga. Echaba de menos mi cama de 1.35 (ahora tengo una de 1.50, ¡a ver quién vuelve a la pequeña!), a mi novio, a mi familia, sentarme para ir al baño, un suelo limpio de calidad, el calor, unas zapatillas secas y mis 150 € que me quitó Ryanair.
Así estuve unos días, hasta que encontré mi lugar en este pueblo, adapté la habitación hasta que se le pudo llamar hogar y todos los de mi casa me lo decían, hice amigos que todavía tengo, y espero que me duren para siempre, por lo que significan para mí, descubrí mis bares favoritos y que la cerveza no debe ser Heineken, y me compré una bici y una alfombra para poder pisar descalza al despertarme y no ver la vomitona.
Ahora todo es genial en Delft. Me encanta, es un sitio de cuento, la universidad es la leche, cierra todo a las seis y ni me molesta, ¡me asombra ir a otro país y que las cosas estén abiertas! Mis amigos, la mayor parte no están, pero sé que puedo contar con ellos. Vivo en una casa limpia que da a la estación y está bien aislada, bebo Palm o Leffe y nadie me mira raro cuando la pido. Leo la carta de los sitios en holandés y la traduzco a las visitas. Duermo en una cama que no hace ruido de 1.50. Como un sandwich a las 12 y me pongo como el tenazas a las siete y media (que no es plan de forzar a las seis).
Quiero volver a España, pero me encanta Delft. Y aunque sea lo peor y me haya convertido en Hans, sin aprender una palabra de holandés, ik weet niet, y los que se van a cualquier otro país aprenden idiomas y yo solo haya aprendido a decir wtf y otras lindezas, no me arrepiento de haber elegido Delft. Delft es el erasmus definitivo. Es lo mejor que he hecho nunca, aunque habría sido mejor si hubiera venido en cuarto.

sábado, 22 de agosto de 2009

Kappa Pi y demás

Pues resulta que ya no vivo con las Kappa Pi. Ahora vivo con un ex Kappa Pi y con un Delta Gamma. Seguiré llamando Kappa Pi al DSC y Delta Gamma al Virgiel, porque a ver qué clase de nombre es Virgiel para una fraternidad. Además, que teniendo en cuenta los frikis que hay en Delft, y los pobrecicos, que parece que no se van a comer un colín en toda la etapa universitaria con las pocas chicas que hay, llamar a la fraternidad Virgiel es un poco cruel.
Las de mi casa eran del DSC y las tías sí que ligaban, la verdad, por lo visto en la fraternidad hay como grupos jerárquicos y ellas debían de ser el número 1, las chicas eran monas y, ahora que ya no vivo allí y nadie me puede venir a ver, puedo decir que la casa está en el Beestenmarkt y que la explicación de lo guay que es esto es muy fácil de obtener mirando el Google Maps, y de cualquier manera, era un sitio muy guay para vivir si ellas no lo fueran tanto. Y si el novio de la de abajo no gimiera como en una película porno cuando yo estoy a punto de entrar en el Virgiel.
De hecho, las tías eran tan guapas así de primeras para un observador no acostumbrado a la belleza holandesa (ahora flipo yo cada vez que voy a España con lo bajitos y feúchos que somos, no me matéis, pero es así), que mi madre me dijo que lo sentía mucho por mí, pero yo era la más fea de la casa.
Me he mudado ya porque la universidad de Delft hace cosas muy guays como el OWEE, la semana de la introducción a la universidad, con fiestas todas las noches, y los adolescentes se quedan a dormir en casas de las fraternidades. Así que en mi casa había adolescentes borrachas todas las noches, y además las de mi casa me dijeron muy claramente que ellas preferían a una chica holandesa en la casa antes que a mí.
Lo del OWEE me apasiona. Hace seis largos años, antes de conocer al 95% de la gente que lee esto, yo empecé la carrera en mi querida Politécnica, y el día de la presentación después de que llegaba la carta de aceptación, el entonces, y ahora difunto, director de la Escuela nos dijo que había mucha gente en esa sala que no acabaría la carrera, algo así como el 40% de los presentes ya no estarían (y no estaban) presentes al julio siguiente, y que los que quedáramos seríamos la élite de la élite. Esto es: como somos ingenieros somos guays. Como somos industriales somos todavía más guays. Y por eso las chicas que somos ingenieras industriales tenemos una tendencia a endiosarnos que no se aguanta, pero no os quejéis, que peor es en Delft. El caso, que me disperso, es que el tipo contó que era sacrificado ser ingeniero. Lo que en el lenguaje de la calle, y no necesariamente de una de Orcasitas, viene a significar: preparad vuestro bonito culito bachiller, porque no hay suficiente vaselina en el mundo para protegeros de tanta putada y humillación como la que vais a sufrir aquí. Punto para Delft. Y aquí tampoco hay vaselina de sobra, pero por lo menos hacen fiestas para captar a la gente. Aún me pregunto cómo hice la matrícula después de que me dijeran eso el primer año.
Lo del OWEE lo organizan entre las fraternidades, el Sport Center y la universidad. Se llena Delft de gente en bici recorriendo la ciudad, con monitores que no cobran ni nada. En la ETSII, nos pegamos para entrar porque te dan créditos por tomarte una cerveza con los nuevos, y siempre les dan las plazas a los pijos de Organización porque lo organiza una pija que da clase a Organización, y me jode. Han montado carpas, beben, ellos que tienen el hígado Virgiel y pueden, desde las 11 de la mañana, hacen fiestas, las fraternidades captan adolescentes que les paguen las fiestas del año que viene y les dan alojamiento y bici. Ah, punto remarcable de las fraternidades: cuando eres mayor pasas del OWEE, porque ahora hay recuperaciones de los exámenes de junio, mandas a los más jovenzuelos a hacer el gañán, ellos suspenden y tú tienes tiempo para estudiar. Está organizado al milímetro.
Cuesta una pasta ser del DSC, todos son como pijos de Madrid, de alpargatas y camisa de Polo Ralph Lauren, y coche propio en un país donde lo normal es no tener carnet. Y a pesar de todo, como Delft es como Villalba, todo el mundo se mete en una fraternidad porque así tienen dónde salir. Al local de la fraternidad. Que si pagas la entrada también puedes ir tú... En Amsterdam casi nadie es de fraternidades porque tienes cosas que hacer.
A mí me sorprende mucho, yo aquí no me aburro, desde luego. Días como hoy no hago nada, me aburriría, pero me echo un rato y me quedo frita durante horas sin remordimiento, de puro agotamiento físico y psicológico. Un día me dice uno del DSC: "Si en España no hay fraternidades, ¿cómo haces amigos en la universidad?". ¿Como en el instituto, en el colegio, en clase de ballet, en voley, en inglés, en catequesis? De ahí (sí, de catequesis, ¿qué pasa?¿Algo que objetar?) han salido todos mis amigos de antes de la universidad. Se ve que este chico no debía de tener muchos amigos antes... A mí sin fraternidad en la universidad tampoco no me ha ido mal, hasta novio he conseguido... En la escuela regulero, pero en la universidad...
De verdad, a mí me encanta esta gente y cómo se lo montan. Punto para TU Delft.
Btw, creo que la ETSII solo tiene un puntico: esos tercios con los hijos del metal... No los cambio ni por todos los Kappa Pi ni todos los Delta Gamma.
Acabo de descubrir que Virgiel es una asociación de origen católico. Las hay católicas del todo con gente Amo a Laura, así que ésta no es mala del todo.

miércoles, 19 de agosto de 2009

Que yo no soy hortera

A ver, muchachos, voy a puntualizar lo del horterismo.
Mi jersey es precioso, y mi abrigo hortera no solo es español sino que además es de diseño. Y obviamente, me pienso llevar los dos a España.
Otra cosa: mi novio me dijo que en Holanda soy una hortera pero cuando llego a Madrid vuelvo a mi ser, es decir, al vestido de Promod que aquí aún no me he puesto. Mi estilo aquí ha consistido en adaptarme al medio hasta que la gente piense que soy lugareña, y creo que por eso no engordo, jaja, porque las holandesas tienen la mayor parte un tipo que flipas. El problema mayor es cuando alguien a quien tú consideras hortera a morir viene a decirte que qué camiseta/jersey/vestido más bonito llevas. Y esto me ha pasado con un vestido comprado en España hace como 3 veranos en pleno apogeo de nuestra tontería O.C. Además, todavía no me pongo pantalones rojos con estampados de paramecios y jersey amarillo, que no cunda el pánico, por favor.
No os preocupéis, amigos míos. Volveré a Madrid y seré Marissa Cooper o Serena Van der Woodson, holandesa al fin y al cabo, y más del 2009.

lunes, 17 de agosto de 2009

A house in the middle of a street

Bien, Under the bridge vuelve a ser solo una canción para mí. Me congratula comunicar a mis queridos lectores que una servidora tiene un bonito hogar en el que pasar el resto de su estancia en Delft, hasta que vuelva el dueño de la habitación y la servidora se vaya al sofá cama de algún benefactor.
Entré en crisis, y de las gordas, tuve unos días que no dormía y que me daba por llorar cada dos por tres, pero he encontrado la única casa holandesa limpia (supongo que los padres también la tendrán limpia, pero los estudiantes…), con dos chicos que tienen el baño que ni el de mi casa de Madrid, con un pasillo sin cosas por el medio, un sofá para cada uno en el salón, sin adolescentes, porque soy la mas “pequeña”, con mis 24 palos, de la casa, y sin fraternidades ni bares debajo. Pero en el centro de Delft. No me creo la suerte que he tenido. Grande, grande.
Ahora solo queda esperar a que algún benefactor se preste a ayudarme con la mudanza a partir del fin de semana que viene: vivo en una zona peatonal, y me mudo a otra zona peatonal, que además es un cuarto sin ascensor. O yo no lo he visto, que todo podría ser…
Se aceptan propuestas de ayuda, pero lo siento, no voy a compensar con un tour por Holanda porque no puedo recibir más visitas. Por mi salud mental, física y económica.
Aunque se supone que empiezan a llegar los Erasmus y puede ser mortal.
Que, por cierto, y hablando de Erasmus, la gente que me ha escrito, ¿no conocéis Delft? ¿Qué mejor recompensa a mi ayuda que un tour por la ciudad de Vermeer llevando mis cajas de la zona de salir a la zona antigua, edificio del siglo XVI incluido?

martes, 11 de agosto de 2009

Hortera yo?

Pues resulta que no solo me fui a la playa el sábado, sino que además el domingo me fui a ver los dos museos mas importantes de Ámsterdam: el Van Gogh, caro, lleno de gente, con colas enormes y bastante mal organizado, y el Rijksmuseum, un poco menos caro en total, pero mucho más relativamente, bastante mediocre y enano. Entre los dos museos suman como 5 cuadros dignos de pararse un rato a verlos. Pero con 25 personas delante, en una sala enana, con lo grandes que son los dos edificios, mira, Google Images y a correr, porque no me voy a pegar con 10 japoneses (aunque a estos les gano una pelea pero ya) ni con 10 americanas tochas y chonis, ni con 5 españoles/italianos que en realidad van a Ámsterdam a fumar. Como muchos de los que esto leéis, que aquí que tire la primera piedra el que esté libre de THC… ¿Sabéis que se queda en la sangre como seis meses?
El caso: que sí, que Rembrandt es impresionante, que Van Gogh hacía joyas, y que Cézanne, que también estaba en el Van Gogh también, pero no merece la pena pagar tanto. Para eso, te vas al Mauritshuis, que a mí particularmente me gustó más, estaba en español, había poca gente, y costaba un tercio menos. Y mucho más cerca de mi casa.
Lo que pasa es que a ver, el Prado, 4.5 euros, te puedes tirar días ahí dentro; Rijksmuseum, 12 salas como mi cuarto de grandes (15 metros cuadrados el de Madrid, es grande pero sin fliparnos), por el módico precio de 11 euros. Mira… No vuelvo nunca más.
Pero pasearme entre los guiris, que es una cosa que no hacía desde hace bastante tiempo, por esto de mandar a mis visitas a pasear solas y a hacer cosas fuera de la guía, me ha hecho abrir los ojos a un hecho irrefutable de la condición holandesa. Los holandeses son guapos. Muy guapos. Las holandesas tienen unas piernas que no sé cómo se atreven a salir de casa, para hacerme sentir mal a mí, que con mi metro setenta largo de estatura, sus piernas me llegan casi por el pecho. Y guapas. Pero horteras… Un rato no, años.
La madre del cordero, ¿cómo se puede vestir tan mal sin que te duelan los ojos al mirarte en el espejo? Vale, el día que se me vieron todas las bragas en la bici porque me vino el viento y casi me caigo porque no podía ni ver entendí por qué llevan leggings hasta con falda larga. El día que el viento se me metía entre la sandalia y el pie, comprendí que los calcetines no están mal… ¡Pero solo cuando vas en bici! Eso sí, yo he optado por llevar zapatillas.
Pero a ver podría tirarme horas comentando cosas horribles que he visto por la calle, aunque solo voy a relatar algunas.
Yo me preguntaba: ¿hay algo peor que los calcetines blancos? Y la respuesta es sí. Todo lo que voy a comentar aquí es real, y lo he visto en Delft, en La Haya o en Ámsterdam de hace dos semanas para acá:

  1. De menos malo a horrible. Los calcetines blancos con sandalias. Los calcetines blancos con la puntera de otro color. Los calcetines blancos con la puntera de otro color con sandalias. Las medias blancas como de futbol sin botas de futbol ni equipación de futbol. Las medias blancas como de futbol con sandalias. Los calcetines/las medias blancas como de futbol con chanclas. Por lo menos no eran de dedo… Casi me muero cuando lo veo.
  2. Los pinkis. ¿Qué son los pinkis? Son unos calcetines de color carne que se ponen las abuelas para que no les rocen los zapatos. En realidad son útiles, y no se ven. Eso sí, son al erotismo lo mismo que los sujetadores-faja de color carne. Bien, pues esta gente no solo usa pinkis hasta con deportivas, si no que los tienen de colores (a ver, que se trata de que no se vea) y lo que es más: ¡se los sacan hacia fuera como si quedara bonito ver una masa informe dentro del zapato!
  3. Las combinaciones de ropa: cuadros+rayas, estampados hawaianos+rayas/cuadros/otro estampado/cualquier cosa fuera de Hawai, rosa fucsia+amarillo, rayas+flores… Para sacarse los ojos. Y todo de colores cantosos y llamativos, ¡como si fuera verano!
  4. Los zapatos de sevillanas vestidos con gente que no sabe que en Barcelona la gente no baila sevillanas por la calle.

Lo malo no es que pudiera seguir, que seguiría, sino que tú, por osmosis, te conviertes en uno de ellos, y empiezas a ir con colores estrambóticos y estampados horribles que nunca, nunca, te habrías puesto en Madrid. Y ahí entra mi amigo Jesús que cada vez que subo una foto al facebook se quiere hacer el harakiri con mis modelitos. No es por ser flipada, pero antes yo vestía bien, y mi novio me dijo que Holanda tenía sobre mí un efecto horrible. También he de decir a mi favor que no tengo calcetines blancos, que no llevo sandalias con calcetines de ningún color, y que vivo en un pueblo donde ahora no me conoce casi nadie. Y además, cuando vuelvo a Madrid, me dejo la mochila en Delft. Este país me está matando. Menos mal que no engordo como todo el mundo pronosticó.

lunes, 10 de agosto de 2009

A la playa por fin

Pues resulta que ahora tengo mucho tiempo libre porque, aunque debiera trabajar también los fines de semana, yo fuera de una biblioteca, no funciono. Y este fin de semana he decidido que pasaba de todo y me he ido a hacer cosas que nunca había hecho y que ya me valía.
El sábado me fui a la playa porque hacía “bueno”. Esto es, superábamos los 20 grados y no llovía. Suficiente para que la que esto escribe se cogiera la mochila y se fuera a Scheveningen. Sí, aún no sé cómo he llegado a saber pronunciar eso, que es tan difícil de decir que los holandeses lo utilizaban como contraseña contra los alemanes en la Segunda Guerra Mundial, y que menos las enes, todas las letras se dicen diferente del español. Llegué, me unté de cremita, y hale, a tomar el sol. Y me ha cogido, oiga, a ver, que el blanco nuclear no es mi color natural. Tengo una piel cojonuda. La playa es la leche, aunque el pueblo es una mezcla del peor Suances y el mejor Benidorm (lo cual tampoco es decir mucho…): chiringuitos con olor a fritanga, chiringuitos con abuelas con niños y con tumbonas, chiringuitos de salir, vestigios de pueblo marinero (como lo era Benidorm y sigue siendo Suances), tiendas de camisetas de “Alguien que me quiere mucho me ha traído esta camiseta de Scheveningen” y hoteles y casas de verano, apartamentos de ciudades de playa con dos habitaciones donde los post-adolescentes tardíos sin ingresos como yo nos hacinamos.
Sin embargo la playa es absolutamente genial. No está masificada, la arena no quema porque este sol no calienta, casi no hay viejas holandesas gordas haciendo topless, para eso está Torremolinos, y que los españoles nos traguemos los esperpentos. La playa, lo miré en Google Maps, mide 90 km, y Scheveningen está en medio. Como no solo el país es plano, sino que no tiene una costa abrupta (¿se dice así? Mi español se contamina de inglés y el otro día dije “tarde suficiente”, que me suena a peli de James Bond mal traducida). Por eso al sur, desde Scheveningen, se ve el puerto de Rotterdam y todas las plantas químicas que hay, y al norte se distingue un skyline que no se muy bien de qué ciudad es, soy terrible para eso. Claro, esto el día que hace bueno y está despejado. O sea, que no os flipéis con verlo si alguna vez os pasáis por allí.
Otra cosa genial que tiene la playa ésta, es que la arena es fina, y casi no tiene mierda de origen humano: ni cigarrillos ni condones. Pero tiene mierda de origen animal: de gaviotas y palomas. Mira que con todos los animales que se extinguen en el mundo, las palomas duren… No nos quejemos, en el fondo esto es “interactuar” con la naturaleza, ¿no?
Por supuesto no todo podía ser bonito: si la playa no está masificada es porque en Holanda es verano durante dos días, y no me atrevo a tocar el agua. Además, el gallito de playa es una especie que habita en todas las playas: junta arena+chiringuito+agua salada y ahí, con ese mejunje, sale un tío cachas, depilado, tatuado, con una novia fan del Claire’s llena de piercings, y con cara de ponerse de todo en cuanto puede, sobre todo de anabolizantes de gimnasio. Y también sale la señora de 50 años que no acepta que no es joven, no está delgada, y no tiene el pecho firme, y por eso hace topless para que tú decidas que a partir de ahora te vas a cuidar.
En fin, que esto debe ser la cultura occidental globalizada, todo se parece: la gente de pueblo es igual en todas partes, los yonquis que le daban a la heroína en los 80 son iguales en todas partes, los chonis son iguales en todas partes, la gente pobre es igual en todas partes, y aquí los ingenieros siguen teniendo el culo gordo y más ancho que los hombros. Así que la playa, lo mismo.
Y por eso vuelvo a tener marca del bikini en vez de moreno agroman.

viernes, 7 de agosto de 2009

Under the bridge

Estoy bastante enfadada con este país en el que no hay suficientes casas para los estudiantes. Bueno, en realidad estoy bastante enfadada con que las perras de las Kappa Pi no me dejen quedarse en su casa cuando se van dos. Vale, que una se va para siempre y blablabla, y es un follón, que yo no soy Kappa Pi y entiendo que tienen que meter a una nueva que amueble la habitación, pero la otra se va unos meses y a mí me van a dar por culete y voy a tener que estar de okupa de casa en casa de amigos míos hasta que dejen de ser mis amigos, por cansina. En fin… Mi cabreo es considerable y las quiero matar, que me dicen: “Joder, si tú te vas en noviembre, pues claro, luego meter a una chica por tres meses…”. A ver, yo he estado dos meses básicamente haciendo, ¿qué? ¿Cuidarles el gato? Y además este año es mucho más difícil encontrar casa, ¡hay como diez habitaciones libres en Delft! Es una locura. Y claro, con la edad que yo tengo, y lo mucho que paso ya de las fiestas duras de cuando empiezas la universidad, pues como que me parece que va a ser aún más difícil. Así que mi post del Facebook de Under the bridge, no es porque me guste la canción, es porque simplemente ésa va a ser mi casa.
Aiss, qué complicado es ser erasmus.
Por cierto, y hablando de erasmus: el otro día vi “Lost in translation”, que me parece una película absolutamente genial, y me sentí tan identificada… Los japoneses hablando raro y Bill Murray mirándolos como si los entendiera. Y así era yo cuando llegué a este país. Menos mal que la tele está en inglés, y puedo verla, y ahora pillo palabras de este idioma extraño de sonidos guturales.
http://www.youtube.com/watch?v=E1N_JDqHOZ8

lunes, 3 de agosto de 2009

Dutch Gay Pride

Awesome!Yo quiero volver al día de la Reina. Esto creo que lo sabe todo el mundo que me lea y que me escuche, y también sabe todo el mundo que no voy a tener dinero para venir y que mi jefe no me va a dejar aunque sí que tenga dinero. Pero resulta que el otro día estuve en el día de las Reinas (de las drag queens, más bien), no se queda corta la fiesta al lado de la de la reina de verdad que no paga impuestos y cuya nuera es hija de un ministro de Videla.
Estoy yo pensando que es complicado ser republicano con la fiesta que se marca Bea y los regalos de los Reyes Magos, por muy políticamente incorrecto que sea esto después de mencionar a Videla…
A ver, que me disperso como en la vida real. Resulta que tengo, como no, esto ya es habitual, una visita: mi amiga Sandra. En la ruta que tengo hecha y cuyos mapas los tengo grabados a fuego, hago Amsterdam el sábado, porque así podemos salir por la noche también. Pues nos acercábamos Sandrita y yo a Amsterdam este sábado, y veo un avión de éstos de playa con anuncios: See it live; http://www.canalparade.nl/.
El tren llega a Amsterdam y veo los canales a rebosar de gente. Y pienso: “ay, Dios, dónde me he metido…”. En el Gay Pride. Ni más ni menos. Y claro, preguntad a Sandra que qué le parece Amsterdam, porque no vio nada más que fiesta. Y qué fiesta, porque había atasco en los canales de la cantidad de barcos que había en el agua.

Era alucinante. El Amstel estaba a rebosar y no cabía un alma por la calle. Y todo era una marea rosa igual que en abril era una marea naranja.
Yo hasta que no voy al Orgullo Gay de Madrid no empiezo las vacaciones, y bueno, como este año no tengo pues tampoco me molesta tanto no haber ido, pero sentía que me faltaba algo: aquí lo he tenido. Y resulta que mira que me gusta Madrid y mira que me gusta el Orgullo Gay y me lo paso genial, pero no puedes ir a la cabalgata porque hace un calor que no te puedes ni mover. Y esto es un minipunto para Holanda. A ver, que fui a Amsterdam porque estaba mi amiga, que yo no tenía ni idea de lo que se cocía, pero desde luego, que si lo hubiera sabido habría ido corriendo de cualquier manera. Pero en la cabalgata, Canal Parade que se llamaba, se podía estar porque no caía un sol a plomo ni hacía 35 grados a la sombra. Eso sí, yo no veía casi nada porque en España soy alta y saco la cabeza por encima de casi todas las mujeres y de gran parte de los hombres, y aquí me quedo enanita. Pero nos fuimos Sandrita y yo cerveza(s) en mano a ver a la gente bailando, o moviéndose y punto, porque siguen siendo holandeses con las caderas soldadas a los hombros.
En Amsterdam hay una libertad un poco de doble moral, las cosas como son, que se puede fumar marihuana pero no se puede ir borracho por la calle. Y yo he visto muchas mujeres en escaparates y nunca he visto a un hombre vendiéndose. Y sin embargo la homosexualidad está tan aceptada, es tan normal ver a dos mujeres por la calle de la mano y que nadie diga nada, que se supone que el Gay Pride sí debería ser aquí la fiesta de la ciudad. Y casi lo consigue. Hay que ver, toda una ciudad volcada en dos fiestas en lugar de doscientas como en España, y consiguen que una vez que las pruebas, quieras venir todos los anos hasta que tu hígado aguante.
Y lo mejor de todo: ¡sin tabaco!