lunes, 6 de julio de 2009

El nuevo "Erasmus"

Aparentemente se ha acabado el curso. Recuerdo que una profesora bastante cabrona que tenía en primero de bachillerato, decía que algunos alumnos menos avezados acababan el curso en septiembre, y eso no significaba que fueran más tontos, solo menos avezados. Aparentemente yo debo ser muy poco avezada, porque mi curso este año se acaba en noviembre, y va a ser superdivertido, ¡yupi!
Pero ahora afronto una nueva etapa, no vamos a ser pesimistas. Mis amigos, casi todos, se han vuelto ya a casa. Me da pena, mucha pena, para qué vamos a mentir, pero tengo un sabor agridulce de pensar que esto es solo el comienzo de otro tipo de relación con ellos. Creo con firmeza que los voy a volver a ver, lo sé; no sé si en Delft o en España, o en los dos sitios en momentos separados por bastante tiempo. Lo que nos une es algo bastante fuerte, al principio nos fuimos mucho de fiesta juntos y después llegamos a conocernos mejor. Y además estábamos aquí solos todos viviendo un aparte en nuestra vida real. Y por eso el nexo de unión es bastante grande.
A mí también me pasa que me cuesta bastante hacer amigos, porque no soy de ese tipo de personas a las que les encanta hablar con todo el mundo sin conocerlos de nada, más bien todo lo contrario, y por eso parezco tan borde y por eso aprecio tanto a la gente con la que he pasado los últimos diez meses de mi vida, que están además entre los mejores que he tenido nunca. Y por eso me da tanta pereza hacer nuevos amigos ahora para tres meses Lo que pasa es que Delft se queda un poco vacío sin los cotilleos, sin las risas, sin las cervezas en casa de noruegos, sin cenas de chicas, sin mi habitación incómoda y sin mi cocina sin platos limpios.
No me voy a poner sentimental tampoco porque en primer lugar, no creo que me lean, solo un par de personas del Erasmus me leen y tampoco es plan de llorar por las esquinas por el tiempo pasado. El tiempo pasado no siempre fue mejor, simplemente fue diferente, y hay que afrontar las cosas como vienen. Si se piensa que el tiempo pasado fue mejor, nunca se aprovecha el actual. Así que ya no me compadezco más de quedarme sola en Delft, porque ahora tengo nuevas cosas en las que pensar.
Me he mudado a una casa genial, a lo mejor acabo de los pelos con alguna, pero ahora estoy en una casa con seis chicas de una fraternidad, a las que mi amigo Jesús llama las Kappa Pi, jaja. Pues sí, ahí estoy yo con mis Kappa, mis Pi y mis Alfa. La casa no está especialmente limpia (¿existen las casas holandesas limpias?) pero está en el centro. Y las Kappa Pi no van a estar casi porque solo me quedo en esa casa en verano, y ellas están de vacaciones. A ver dónde me meto yo en septiembre. Pero es que cuando digo centro, es centro. Y la habitación, como es subalquilada, está bien puesta, y es monísima, y tengo otra vez cama de matrimonio con un pedazo de colchón, como el que tengo en mi casa de Madrid.
Además, ahora puedo aprovechar las tardes y tengo los fines de semana libres para hacer lo que me apetezca. Por fin puedo salir a la calle en tirantes (¡en este pueblo ha salido el sol para quedarse!). Hacía mucho tiempo que no tenía de eso para mí misma, y lo pienso aprovechar.
Pero lo mejor es que ahora está Jorge de visita otra vez, y lo hace todo mucho mejor, me ha ayudado con la mudanza, y me hace un poco de ama de casa, y hace que en cuanto salga de la universidad el día brille y todo sea bonito a pesar del bochornazo que hace.
En realidad, me tomo todos los cambios de este mes como una avanzadilla de lo que se me viene encima cuando vuelva a Madrid.
Es en este momento, cuando se supone que acabo la carrera, cuando todo lo que conocía acaba y empieza la Vida.

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