Ahora que ya sí que tengo 24 castañas podemos contar las peripecias del cumpleaños. Porque aunque me dieran ataques de histeria celebrando lo que espero sea mi último cumpleaños en la universidad (¡uyyyy, precipicio!), hay cosas que nunca cambian y por eso me tiré todo el domingo soportando una resaca como la que no tenía desde el día de San Cemento del año pasado, que fue exacta y concretamente el día antes de que yo hiciera 23 años, y mucha gente lo recordará por mi grapa en la cara. En fin, hay veces que tenemos daños colaterales y los llevamos con toda la dignidad que se puede.
También se lleva con toda la dignidad que se puede que en este país siempre me digan que no puedo entrar en los bares porque para ellos, regular customer significa holandés (y ario, al ser posible). Digo yo, a ver, que si no me dejas entrar nunca me voy a hacer regular customer, ¿no? Esto es lo que quería contar de mi cumpleaños, mi agobio por no saber donde meter a toda la gente que vino después de que lo que yo pensaba que era una fiesta para destrozarme la casa. Aunque la casa acabó mucho más limpia de lo que suele estar... En Holanda no se puede entrar a las discotecas si no se es holandés y ario, o chica y solo una chica con cara de holandesa aunque no lo sea (grupo en el que peligrosamente empiezo a estar incluida). Porque yo entré, pero a mi compañero de piso libanés con pasaporte holandés lo tiraron. Me toca bastante las narices, para qué nos vamos a engañar, pero ya lo he aceptado.
Es solo que el día de mi cumpleaños, con mis amigos de la escuela por aquí me apetecía meterlos en un sitio guay, y acabamos en una fiesta de Erasmus españoles (vaya, Erasmus a secas casi me vale).
Pero quería decir otra cosa de mi cumpleaños. Yo vi hace muchos años una película que me consta que ha marcado a mucha gente, llamada “L’auberge espagnol”. La película en cuestión va de un chico que se va de Erasmus a Barcelona, y decir que se lo pasa bien es poco. Y entonces, yo que estaba en el cine con mi madre, y en ese momento cursaba segundo de bachillerato, decidí que tenía que ser Erasmus, y la miraba diciendo que si con la cabeza, y mi madre decía que no… ¡Y aquí estoy! Después de haber cumplido 19 años ya no me acuerdo ni de cuántas veces, porque fueron muchas, este año estoy fuerte con los 24, que Marissa hace mucho que se murió. Y lo asumo y lo digo con la cabeza bien alta porque ya he hecho casi todo lo que quise hacer durante mi vida, solo me falta acabar la carrera, y aunque es asintótico y nunca parece que llegue, me acerco sin parar.
Así que después de que haya vuelto a hacer frío y a llover en Holanda, me encanta estar aquí con mis 24 años convirtiéndome en una persona que, al menos, se gusta a sí misma.
Optimismo es la palabra que pienso marcarme a fuego. A pesar de seguir con resaca, este año tengo la barbilla entera.
Solo pongo una pega: me gustaría estar un rato más con la gente de Madrid; a veces y en fechas señaladas os echo mucho de menos.
martes, 28 de abril de 2009
jueves, 23 de abril de 2009
I+D = Ilusos + decepcionados
(Me aburro, ¿se nota?)
Iba a escribir el post 24(II), pero hoy he decidido quejarme. Yo soy la típica niña pija y tonta a la que le dan un regalo y pone cara de asquete pero que después el regalo le encanta y le gustaría llevarlo todo el día en el bolso como si fuera la Barbie de los Reyes Magos de una niña de 6 años (que no se me saque de contexto, por favor), así que me quejo aunque esté encantada. Por eso he aceptado mi destino de pasar el verano en este bonito y floreado país, aunque en 15 días se acaban las flores…
Hay cosas que nunca cambian, y no me voy a meter a hablar de política porque este no es el sitio para hacerlo, y no quiero que se me vea el plumero más de la cuenta. Pero tengo que decirlo porque si no reviento. Yo siempre quise estudiar Físicas, y cualquiera que me conozca un poco lo sabe. Y siempre me quise dedicar a la investigación. Y me tuve que meter en la ETSII porque en España no se puede investigar, que es lo que a mí me gusta, y, vaya por Dios, también me gusta mi país, con las tapas, el sol, las sevillanas y los (anti)toros.
Pues ahora estoy haciendo una investigación de un tema apasionante(mente aburrido) que me va a encerrar en un laboratorio cual rata. Me encanta y esa es la verdad, que a mí me das unas probetas para lijar y me haces feliz llenándome la bata de virutillas. Pero escribo un mail a la ETSII pidiéndoles una beca, y me contestan que si hago el proyecto en una empresa hay beca, si me quedo en la universidad investigando, no. Vaya, Maricristi Garmendia, vaya. O sea, que si trabajo y gano dinero, me becas, y si investigo, no.
Y después nos quejamos de la fuga de cerebros.
Chica de Munich, ¿qué tal van tus planes de doctora por la TUM?
Iba a escribir el post 24(II), pero hoy he decidido quejarme. Yo soy la típica niña pija y tonta a la que le dan un regalo y pone cara de asquete pero que después el regalo le encanta y le gustaría llevarlo todo el día en el bolso como si fuera la Barbie de los Reyes Magos de una niña de 6 años (que no se me saque de contexto, por favor), así que me quejo aunque esté encantada. Por eso he aceptado mi destino de pasar el verano en este bonito y floreado país, aunque en 15 días se acaban las flores…
Hay cosas que nunca cambian, y no me voy a meter a hablar de política porque este no es el sitio para hacerlo, y no quiero que se me vea el plumero más de la cuenta. Pero tengo que decirlo porque si no reviento. Yo siempre quise estudiar Físicas, y cualquiera que me conozca un poco lo sabe. Y siempre me quise dedicar a la investigación. Y me tuve que meter en la ETSII porque en España no se puede investigar, que es lo que a mí me gusta, y, vaya por Dios, también me gusta mi país, con las tapas, el sol, las sevillanas y los (anti)toros.
Pues ahora estoy haciendo una investigación de un tema apasionante(mente aburrido) que me va a encerrar en un laboratorio cual rata. Me encanta y esa es la verdad, que a mí me das unas probetas para lijar y me haces feliz llenándome la bata de virutillas. Pero escribo un mail a la ETSII pidiéndoles una beca, y me contestan que si hago el proyecto en una empresa hay beca, si me quedo en la universidad investigando, no. Vaya, Maricristi Garmendia, vaya. O sea, que si trabajo y gano dinero, me becas, y si investigo, no.
Y después nos quejamos de la fuga de cerebros.
Chica de Munich, ¿qué tal van tus planes de doctora por la TUM?
miércoles, 22 de abril de 2009
24 (I)
Bueno, aunque aun no haya muchas fotos en el Facebook, va siendo hora de contar mi fiesta.
El otro día celebré mi cumpleaños porque para eso el 26 me caen 24 castañas y ahí tengo que seguir como si nada. Aproveché la visita de un amigo al que no pude tratar muy bien porque tenía en mi cuarto a 15 personas (y mira que me propuse que no entraba nadie) y porque tuve que limpiar la casa (trabajo completamente infructuoso) y porque estaba agotada después de lijar y pulir veinticuatro probetas que posteriormente se me han ido cayendo al suelo. Como se entere el Gambotéctico de que me dejan pulir con polvo de diamante de una micra de diámetro (¡Puff!! ¡Esto cuesta como 10.000 pesetas! ¡Solo las manos expertas de Gambotéctico pueden tocarlo! Lo siento, comentario friki) y luego se me caen las cosas por el lado pulido, me mata de parte del Estado holandés que es el que me da el dinero para rayarlo.
Pero viendo que a veces me da depresión porque me veo sola en el lluvioso verano holandés, que es que me he enterado que llueve (¡vaya!) mucho aunque no voy a estar a cuarenta grados (ahí os gano a todos, y lo sabéis, y no me doy ninguna pena, más bien todo lo contrario, lo siento), el día de mi cumpleaños me sentí muy bien. Me lo pasé genial a pesar de los momentos de crisis (esto creo que es otro post) de las discotecas locales.
Aunque de la gente que vino al cumple solo tengo constancia de que me lean, y de vez en cuando, tres personas, muchas gracias por venir. Que yo pensaba, anda Laura, qué flipada eres, a ver tú quién te crees que eres para hacer una fiesta tan grande y juntar a tanta gente en el borde de Delft. Pues mira, los junté y los metí a todos en mi casa. Y mi casa salió limpia, y yo no salí desesperada, que ni siquiera me vi en un momento de histeria digno de mis padres cuando viene alguien a casa. Bebimos un montón, bailamos un montón y nos lo pasamos genial, pero al día siguiente no tenía resaca y esto creo que es lo que más me gustó de todo.
Y me lo pasé genial porque no solo estaban casi todos mis amigos de Delft, si no que además estaban mis compañeros de piso, que desde que se ha ido el Enano Cabrón (el que hablaba en holandés, esto es una conversación entre una compañera de piso, él y yo: “Laura, would you like some tea? No, thanks! Bastard dwarf, do you want some tea? Thee? Nee!”. Me cag……….nea) me caen todos genial a pesar de que llevamos desde el sábado sin un solo plato limpio. Y no solo vinieron mis compañeros de piso (digo cuando salimos, a ver, la fiesta era en su casa…), si no que vino mi amigo de Eindhoven con otros dos amigos suyos y estaba mi amigo de Francia (toda la ETSII de Erasmus).
Y estando allí con tanta gente de la ETSII, porque éramos seis, y de los seis, solo una chica no era de la gente con la que yo tenía trato en Madrid, me sentí realmente bien y centrada. Está muy bien estar por el mundo lejos de la gente a la que estás acostumbrada, lejos de rumores de cuanto tiempo hace que el de Francia y yo somos pareja (sí, unos ocho años, ¿y qué? Y nuestro viaje por París fue tan romántico…), de lo frikis que somos los de Materiales, de lo viejos que nos hacemos cuando nos comparamos con los adolescentes de primer año… Aquí también los hay, claro, pero como no conozco a nadie no me doy cuenta de lo pequeños que son; los holandeses además por lo general son imberbes. Y en Holanda todo esto no lo tengo, soy libre y si hago algo malo, en primer lugar a nadie le importa, y en segundo lugar, ¿a quién que realmente me importe se lo van a contar? Pero estar con los de Madrid… Me sentí muy bien rodeada y muy contenta de ser tan mínimamente importante como para merecer una fiesta de cumpleaños y una visita. A veces necesito el contacto con el mundo real en el que me movía hace un año.
Así que...Puedo afirmar que fue el mejor cumpleaños que he tenido nunca.
El otro día celebré mi cumpleaños porque para eso el 26 me caen 24 castañas y ahí tengo que seguir como si nada. Aproveché la visita de un amigo al que no pude tratar muy bien porque tenía en mi cuarto a 15 personas (y mira que me propuse que no entraba nadie) y porque tuve que limpiar la casa (trabajo completamente infructuoso) y porque estaba agotada después de lijar y pulir veinticuatro probetas que posteriormente se me han ido cayendo al suelo. Como se entere el Gambotéctico de que me dejan pulir con polvo de diamante de una micra de diámetro (¡Puff!! ¡Esto cuesta como 10.000 pesetas! ¡Solo las manos expertas de Gambotéctico pueden tocarlo! Lo siento, comentario friki) y luego se me caen las cosas por el lado pulido, me mata de parte del Estado holandés que es el que me da el dinero para rayarlo.
Pero viendo que a veces me da depresión porque me veo sola en el lluvioso verano holandés, que es que me he enterado que llueve (¡vaya!) mucho aunque no voy a estar a cuarenta grados (ahí os gano a todos, y lo sabéis, y no me doy ninguna pena, más bien todo lo contrario, lo siento), el día de mi cumpleaños me sentí muy bien. Me lo pasé genial a pesar de los momentos de crisis (esto creo que es otro post) de las discotecas locales.
Aunque de la gente que vino al cumple solo tengo constancia de que me lean, y de vez en cuando, tres personas, muchas gracias por venir. Que yo pensaba, anda Laura, qué flipada eres, a ver tú quién te crees que eres para hacer una fiesta tan grande y juntar a tanta gente en el borde de Delft. Pues mira, los junté y los metí a todos en mi casa. Y mi casa salió limpia, y yo no salí desesperada, que ni siquiera me vi en un momento de histeria digno de mis padres cuando viene alguien a casa. Bebimos un montón, bailamos un montón y nos lo pasamos genial, pero al día siguiente no tenía resaca y esto creo que es lo que más me gustó de todo.
Y me lo pasé genial porque no solo estaban casi todos mis amigos de Delft, si no que además estaban mis compañeros de piso, que desde que se ha ido el Enano Cabrón (el que hablaba en holandés, esto es una conversación entre una compañera de piso, él y yo: “Laura, would you like some tea? No, thanks! Bastard dwarf, do you want some tea? Thee? Nee!”. Me cag……….nea) me caen todos genial a pesar de que llevamos desde el sábado sin un solo plato limpio. Y no solo vinieron mis compañeros de piso (digo cuando salimos, a ver, la fiesta era en su casa…), si no que vino mi amigo de Eindhoven con otros dos amigos suyos y estaba mi amigo de Francia (toda la ETSII de Erasmus).
Y estando allí con tanta gente de la ETSII, porque éramos seis, y de los seis, solo una chica no era de la gente con la que yo tenía trato en Madrid, me sentí realmente bien y centrada. Está muy bien estar por el mundo lejos de la gente a la que estás acostumbrada, lejos de rumores de cuanto tiempo hace que el de Francia y yo somos pareja (sí, unos ocho años, ¿y qué? Y nuestro viaje por París fue tan romántico…), de lo frikis que somos los de Materiales, de lo viejos que nos hacemos cuando nos comparamos con los adolescentes de primer año… Aquí también los hay, claro, pero como no conozco a nadie no me doy cuenta de lo pequeños que son; los holandeses además por lo general son imberbes. Y en Holanda todo esto no lo tengo, soy libre y si hago algo malo, en primer lugar a nadie le importa, y en segundo lugar, ¿a quién que realmente me importe se lo van a contar? Pero estar con los de Madrid… Me sentí muy bien rodeada y muy contenta de ser tan mínimamente importante como para merecer una fiesta de cumpleaños y una visita. A veces necesito el contacto con el mundo real en el que me movía hace un año.
Así que...Puedo afirmar que fue el mejor cumpleaños que he tenido nunca.
martes, 21 de abril de 2009
Se acerca
Mientras a mí me queda aquí ni se sabe cuánto tiempo, mis amigos ya empiezan a pensar en cuando marcharse y que día comprarse el billete para volver a casa. Y yo en Holanda. A ver, he decidido afrontar la situación con madurez, que para eso voy a hacer 24 años. ¿Qué voy a hacer este verano? Pues trabajar, básicamente, pero voy a ser optimista: espero ir a la playa, y espero recibir más visitas. Otra cosa que estará bien es que ahora con el proyecto tengo los fines de semana libres, y esto es una cosa que creo que dejé de tener cuando empecé la ESO. Todo el fin de semana para salir, dormir… Se acabó hacer el amago de estudiar con la resaca. Y ahora, si hace bueno, como espero que haga este fin de semana, pretendo salir a tomar el sol. O a ver las flores en Keukenhof
Por cierto, y hablando de esto, mira que yo de blanca blanquísima estoy muy guapa (y sí, tengo abuela, pero con esto de que en Delft no se me acerca ni Perry, y mira que no hay chicas, me lo digo yo sola que ella está muy lejos), pero los días que hice turismo por Rotterdam y por Ámsterdam con mi última visita el sol me dio en la cara y ya no parezco una enferma terminal.
Y lo mejor de quedarme en Holanda cuando todos se vayan va a ser que no voy a sufrir los 40 grados que caen en Madrid.
Me parece que esto es como cuando una amiga y yo le decíamos a otra que se iba a las Maldivas que qué engorro, todo lleno de arena, con lo bien que se estaba en Villalba.
A lo mejor no cuela mucho.
No, en serio, me encanta estar aquí, lo digo de verdad, me encanta la independencia y vivir cerca de todos sitios, a pesar de vivir fuera del centro, salir, entrar y no dar cuentas a nadie de lo que hago y lo que hago de hacer, comer cuando y lo que me da la gana... Lo malo será cuando casi todos mis amigos se vayan. Soy Erasmus, y la buena vida se acaba cuando se acaba la beca: el 1 de Julio (gracias, UPM). Es solo que se acerca el final.
Por cierto, y hablando de esto, mira que yo de blanca blanquísima estoy muy guapa (y sí, tengo abuela, pero con esto de que en Delft no se me acerca ni Perry, y mira que no hay chicas, me lo digo yo sola que ella está muy lejos), pero los días que hice turismo por Rotterdam y por Ámsterdam con mi última visita el sol me dio en la cara y ya no parezco una enferma terminal.
Y lo mejor de quedarme en Holanda cuando todos se vayan va a ser que no voy a sufrir los 40 grados que caen en Madrid.
Me parece que esto es como cuando una amiga y yo le decíamos a otra que se iba a las Maldivas que qué engorro, todo lleno de arena, con lo bien que se estaba en Villalba.
A lo mejor no cuela mucho.
No, en serio, me encanta estar aquí, lo digo de verdad, me encanta la independencia y vivir cerca de todos sitios, a pesar de vivir fuera del centro, salir, entrar y no dar cuentas a nadie de lo que hago y lo que hago de hacer, comer cuando y lo que me da la gana... Lo malo será cuando casi todos mis amigos se vayan. Soy Erasmus, y la buena vida se acaba cuando se acaba la beca: el 1 de Julio (gracias, UPM). Es solo que se acerca el final.
jueves, 16 de abril de 2009
Probetas
Bueno, pues parece que por fin me dejan llenarme de porquería en el laboratorio. Todo el día limando probetas y haciéndoles planos. Un día genialmente agotador.
martes, 14 de abril de 2009
Pueblos
Después de la indulgencia de mi tutor del proyecto, me atrevo a contar mi fin de semana.
Resulta que me dejé las gafas en el laboratorio; leer en inglés haciendo el esfuerzo de mantener la concentración me suponía una pesadilla. Pues ya tengo gafas, pero también sueño y me canso de buscar en la base de datos cómo funciona un EDX.
Y he decidido contar un poquito lo que se me vuelve a pasar por la cabeza. Volendam y Marken.
Dos pequeños pueblos típicos holandeses que tienen el mismo encanto que Bárcena Mayor o que Pedraza, pero sin la posibilidad de ponerse como el Tenazas. Son dos pueblos que hay al norte de Holanda en el que se aprecia que en este país también hay calidad de vida, pero en los que yo no podría vivir, a pesar de la cercanía con Ámsterdam. La vida parece apacible, con la gente vestida con sus trajes tradicionales sin molestarse por la obvia mirada de vergüenza ajena o de sorpresa de los españoles (sí, estamos en todas partes, esto fue el Domingo de Resurrección). Un domingo en Munich, al siguiente en Volendam, y todo el mundo vestido de su pueblo. Yo quiero un traje de chulapa, y quería ir a la Pradera de San Isidro el 15 de mayo a encontrarme con Espe dando un discurso, pero viene mi hermano de visita y ya no puedo; todo el mundo me dice que es ridículo y que si quiero parecer tonta. No, ¡solo quiero ir de chulapa! ¿Tan difícil de comprender es? Pero la verdad es que me imagino a media ciudad vestida de chulapa el día del Domingo de Ramos, o un día cualquiera, porque el lunes era un día cualquiera en Munich donde la gente trabajaba, pero con pantalón de cuero a medio muslo, y no puedo. No puedo imaginármelo. Y me da rabia, porque viendo como quedan los pantaloncitos de cuero… Los chulapos tienen mucha más clase, desde luego, que para eso son así de chulos.
A dónde yo quería llegar es al pueblerismo de la gente.
Al que es de pueblo, se le nota en la cara. Y creo y me atrevo a decir en voz alta, yo que soy un poco de pueblo también, que los españoles de pueblo estamos a otro nivel. Vaya, que llegué a Ámsterdam desde Volendam y vi la diferencia en el comportamiento de la gente, la cara (por favor, que alguien me diga que también se ha dado cuenta de que la gente de pueblo siempre tiene los mofletes rojos como Heidi), la misma diferencia que se nota de estar en mi “pueblo” (o sea, de estar con la gente que vivía en mi pueblo cuando todavía era pueblo sin comillas) a bajar a Madrid. Pero la gente de mi pueblo baja a Madrid y no se les nota tanto. En Holanda y en otros países la población rural se distingue de la urbana como los negros y los blancos. Las capitales y el país del que son capital tienen muy poco que ver, pero Madrid y el resto de España están mucho más cerca. La iglesia abarrotada de gente, la gente que se va a tomar el vermut (la cerveza en Volendam), con sus mejores galas… En España para eso somos mucho más campechanos y mucho más abiertos: ni mejores galas para la misa del domingo ni vermut solo en los pueblos.
Volendam y Marken son dos pueblos pesqueros comparables un poco a San Vicente de la Barquera, pero en Holanda todo es pequeñito y cuco, y por eso queda más mono en las postales. Tienen el encanto de los zuecos de madera y de las casas torcidas, de los puentes levadizos, y de tener que ir en barco.
La gran diferencia de los pueblos españoles y los holandeses es que en Volendam se come un arenque crudo, que estaba buenísimo (aunque luego me dio un poco de arcada) porque sabe un poco a boquerón soso; y en Bárcena Mayor uno se mete un cocido montañés entre pecho y espalda que tiene que irse a dormir la siesta urgentemente.
Pero bueno, es bonito ver que a veces la globalización se ha dejado unos huequecitos por dónde aun no se ha podido colar. Y eso son los pueblos de menos de 10.000 habitantes. Aunque también se ve que la cultura europea, por mucho que nos empeñemos en no verlo, es la misma en todas partes de Europa. Apuesto a que un pueblo japonés no es igual.
Eso sí, ya quisieran en Bárcena Mayor tener la calidad de vida que había en Marken. Pero me quedo con Bárcena Mayor y el cocido.
Resulta que me dejé las gafas en el laboratorio; leer en inglés haciendo el esfuerzo de mantener la concentración me suponía una pesadilla. Pues ya tengo gafas, pero también sueño y me canso de buscar en la base de datos cómo funciona un EDX.
Y he decidido contar un poquito lo que se me vuelve a pasar por la cabeza. Volendam y Marken.
Dos pequeños pueblos típicos holandeses que tienen el mismo encanto que Bárcena Mayor o que Pedraza, pero sin la posibilidad de ponerse como el Tenazas. Son dos pueblos que hay al norte de Holanda en el que se aprecia que en este país también hay calidad de vida, pero en los que yo no podría vivir, a pesar de la cercanía con Ámsterdam. La vida parece apacible, con la gente vestida con sus trajes tradicionales sin molestarse por la obvia mirada de vergüenza ajena o de sorpresa de los españoles (sí, estamos en todas partes, esto fue el Domingo de Resurrección). Un domingo en Munich, al siguiente en Volendam, y todo el mundo vestido de su pueblo. Yo quiero un traje de chulapa, y quería ir a la Pradera de San Isidro el 15 de mayo a encontrarme con Espe dando un discurso, pero viene mi hermano de visita y ya no puedo; todo el mundo me dice que es ridículo y que si quiero parecer tonta. No, ¡solo quiero ir de chulapa! ¿Tan difícil de comprender es? Pero la verdad es que me imagino a media ciudad vestida de chulapa el día del Domingo de Ramos, o un día cualquiera, porque el lunes era un día cualquiera en Munich donde la gente trabajaba, pero con pantalón de cuero a medio muslo, y no puedo. No puedo imaginármelo. Y me da rabia, porque viendo como quedan los pantaloncitos de cuero… Los chulapos tienen mucha más clase, desde luego, que para eso son así de chulos.
A dónde yo quería llegar es al pueblerismo de la gente.
Al que es de pueblo, se le nota en la cara. Y creo y me atrevo a decir en voz alta, yo que soy un poco de pueblo también, que los españoles de pueblo estamos a otro nivel. Vaya, que llegué a Ámsterdam desde Volendam y vi la diferencia en el comportamiento de la gente, la cara (por favor, que alguien me diga que también se ha dado cuenta de que la gente de pueblo siempre tiene los mofletes rojos como Heidi), la misma diferencia que se nota de estar en mi “pueblo” (o sea, de estar con la gente que vivía en mi pueblo cuando todavía era pueblo sin comillas) a bajar a Madrid. Pero la gente de mi pueblo baja a Madrid y no se les nota tanto. En Holanda y en otros países la población rural se distingue de la urbana como los negros y los blancos. Las capitales y el país del que son capital tienen muy poco que ver, pero Madrid y el resto de España están mucho más cerca. La iglesia abarrotada de gente, la gente que se va a tomar el vermut (la cerveza en Volendam), con sus mejores galas… En España para eso somos mucho más campechanos y mucho más abiertos: ni mejores galas para la misa del domingo ni vermut solo en los pueblos.
Volendam y Marken son dos pueblos pesqueros comparables un poco a San Vicente de la Barquera, pero en Holanda todo es pequeñito y cuco, y por eso queda más mono en las postales. Tienen el encanto de los zuecos de madera y de las casas torcidas, de los puentes levadizos, y de tener que ir en barco.
La gran diferencia de los pueblos españoles y los holandeses es que en Volendam se come un arenque crudo, que estaba buenísimo (aunque luego me dio un poco de arcada) porque sabe un poco a boquerón soso; y en Bárcena Mayor uno se mete un cocido montañés entre pecho y espalda que tiene que irse a dormir la siesta urgentemente.
Pero bueno, es bonito ver que a veces la globalización se ha dejado unos huequecitos por dónde aun no se ha podido colar. Y eso son los pueblos de menos de 10.000 habitantes. Aunque también se ve que la cultura europea, por mucho que nos empeñemos en no verlo, es la misma en todas partes de Europa. Apuesto a que un pueblo japonés no es igual.
Eso sí, ya quisieran en Bárcena Mayor tener la calidad de vida que había en Marken. Pero me quedo con Bárcena Mayor y el cocido.
lunes, 13 de abril de 2009
Norwegian wood and Dutch experiences
Pues bien, como prometí, tengo que ponerme un poco pedante.
El otro día cometí el error de comprarme un libro. Es un error un poco relativo, porque habrá quién piense que no es un error en absoluto. Bueno, cuando estás leyendo otro que te has dejado en casa, cuando no tienes tiempo y encima se te olvidan las gafas en el laboratorio para un puente que hay en este país en todo el año, cuando está el libro traducido al inglés, a veces suena un poco snob. Pero es un libro que me ha marcado ya desde la primera página.
Holanda es un país increíblemente húmedo, como ya he dejado entrever un par de veces. Pero cuando no llueve la humedad hace paisajes impresionantes. Y aquí viene la historia de mi libro.
Iba yo en el tren hacia Schiphol, para volar a Alemania (sitio al que fui en una compañía aérea de verdad, en un asiento que parecía clase Business, porque el dinero está para gastarlo, aunque sea el de mi padre), y me asomo a la ventana a las 7 de la mañana y veo un paisaje alucinante, con un sol tan inclinado sobre el plano del horizonte que estaba rojo, y en Holanda puede estar así durante una hora sin problemas para mirarlo directamente (y otra hora mientras anochece). Y pasaba el tren por los campos de flores que aún no habían salido, y se evaporaba el agua de los canales quedando un paisaje verde y fantasmagórico espectacular y de una belleza inmensa.
Llego al aeropuerto y compro, por pasar el tiempo y por si al final en el avión no me dan de desayunar, Norwegian Wood, de Murakami. Y el libro empieza contando que un japonés vuela y llega a Alemania, y el paisaje, surcado de canales con niebla sobre ellos es como el de una mañana holandesa. Y entonces llaman para embarcar y cuando levanto la vista pasa un japonés como de sesenta años por delante de mí.
Y sentí que hay cosas que siempre estarán relacionadas con experiencias y con lugares que vives.
Porque además el domingo pasado compré el semanal de determinado periódico, el único periódico que se puede comprar en español en casi todos los quioscos que yo he visto a lo largo de mi vida, y la entrevista de todas las semanas era precisamente a Murakami.
Y he ahí el libro de mi visita a Alemania y de mi experiencia holandesa.
Soy una persona que relaciona olores, sabores, canciones y libros con experiencias y viajes. Y la canción del Erasmus es Infinity, de Guru Josh Project (y disco Pablo Honey de Radiohead), es lo que tiene salir tres días a la semana o así. Y el sabor es de los stroopwaffels. Y el olor es la ausencia de olor cuando llueve (siempre está la tierra mojada).
Así que si desde aquí tengo que recomendar un libro, Norwegian Wood (he visto en internet que en español se llama Norwegian Wood/Tokio blues) es muy bueno.
Por cierto, ayer pasé por los campos de flores, y el paisaje de las postales es real. Y alucinante. Pero desde el tren no se pueden hacer buenas fotos porque Holanda es tan plana que a mí, que vivo en la punta de la montaña, me parece increíble.
El otro día cometí el error de comprarme un libro. Es un error un poco relativo, porque habrá quién piense que no es un error en absoluto. Bueno, cuando estás leyendo otro que te has dejado en casa, cuando no tienes tiempo y encima se te olvidan las gafas en el laboratorio para un puente que hay en este país en todo el año, cuando está el libro traducido al inglés, a veces suena un poco snob. Pero es un libro que me ha marcado ya desde la primera página.
Holanda es un país increíblemente húmedo, como ya he dejado entrever un par de veces. Pero cuando no llueve la humedad hace paisajes impresionantes. Y aquí viene la historia de mi libro.
Iba yo en el tren hacia Schiphol, para volar a Alemania (sitio al que fui en una compañía aérea de verdad, en un asiento que parecía clase Business, porque el dinero está para gastarlo, aunque sea el de mi padre), y me asomo a la ventana a las 7 de la mañana y veo un paisaje alucinante, con un sol tan inclinado sobre el plano del horizonte que estaba rojo, y en Holanda puede estar así durante una hora sin problemas para mirarlo directamente (y otra hora mientras anochece). Y pasaba el tren por los campos de flores que aún no habían salido, y se evaporaba el agua de los canales quedando un paisaje verde y fantasmagórico espectacular y de una belleza inmensa.
Llego al aeropuerto y compro, por pasar el tiempo y por si al final en el avión no me dan de desayunar, Norwegian Wood, de Murakami. Y el libro empieza contando que un japonés vuela y llega a Alemania, y el paisaje, surcado de canales con niebla sobre ellos es como el de una mañana holandesa. Y entonces llaman para embarcar y cuando levanto la vista pasa un japonés como de sesenta años por delante de mí.
Y sentí que hay cosas que siempre estarán relacionadas con experiencias y con lugares que vives.
Porque además el domingo pasado compré el semanal de determinado periódico, el único periódico que se puede comprar en español en casi todos los quioscos que yo he visto a lo largo de mi vida, y la entrevista de todas las semanas era precisamente a Murakami.
Y he ahí el libro de mi visita a Alemania y de mi experiencia holandesa.
Soy una persona que relaciona olores, sabores, canciones y libros con experiencias y viajes. Y la canción del Erasmus es Infinity, de Guru Josh Project (y disco Pablo Honey de Radiohead), es lo que tiene salir tres días a la semana o así. Y el sabor es de los stroopwaffels. Y el olor es la ausencia de olor cuando llueve (siempre está la tierra mojada).
Así que si desde aquí tengo que recomendar un libro, Norwegian Wood (he visto en internet que en español se llama Norwegian Wood/Tokio blues) es muy bueno.
Por cierto, ayer pasé por los campos de flores, y el paisaje de las postales es real. Y alucinante. Pero desde el tren no se pueden hacer buenas fotos porque Holanda es tan plana que a mí, que vivo en la punta de la montaña, me parece increíble.
sábado, 11 de abril de 2009
DELE y demás puntualizaciones
A ver, lo siento, gazapos...
DELE=Diploma de español como lengua extranjera
DELF= Diplôme d'études en langue française (la primera vez que uso en el pórtatil la ç)
Estoy acostumbrada a escribir Delft...
¿Contentos todos?
Y no, no me gusta el acento español cuando hablo inglés. Si digo sábana, no quiero que entiendan mierda. Si digo playa, no quiero que entiendan puta. Y si digo cacahuete, no quiero que entiendan pene. Sí, en general la gente es bastante mal pensada. A lo mejor en español también entenderían cosas raras.
¡Ah! El que espero sea mi coche (¿he dicho ya que mi cumple es el día 26?):
Si queréis contribuir, me dais el mail y yo encantada de daros mi cuenta bancaria.
miércoles, 8 de abril de 2009
Españolidad y otros
A ver, tengo que dar las gracias a mi amiga muniquesa por haberme tratado tan bien en un sitio tan bonito como Múnich, y haberme llevado a Salzburgo, que no se queda a la zaga.
Así que… ¡Gracias! Sé que se dará por aludida aunque no se sepa su nombre. Me lo he pasado genial, y tiene una casa genial, así que, Jorge, tienes que ir a verla.
La muniquesa y yo nos hemos convertido en dos divas que no se nos puede mirar a la cara. Aunque yo ya no sea tan pija, algo tengo porque quien tuvo retuvo. A parte de la foto debajo de Tiffany’s con gafas de divina de la muerte, después de tomar el brunch, tenemos un aire de europeas que no nos lo creemos. Creo que nadie nos identifica como españolas, y por un lado es genial, porque ni hablando inglés nos sacan, pero por otro, a ver, ¡¡que sí que soy española!!
El viernes me voy a pasar el control policial del aeropuerto, y la señora me dice algo en holandés, a lo que contesto: “What?”, y la señora me repite el rollete en holandés. Y otra vez, “what?”. Y otra vez holandés. Hasta que a la mujer no le dije: “I don’t understand you because I don’t speak Dutch!!”, no me contestó en inglés (en holandés what es wat, puntualizo). Así que bueno, debo tener cara de holandesa, visto como una holandesa al fin y al cabo.
Pero estaba yo en Múnich paseando en una bici decente, no como las holandesas, porque en Múnich se puede tener bicis decentes y la gente no te las intenta tirar al canal (a lo mejor porque no hay, no es plan de idealizarlos), con mi amiga muniquesa, y pasan unos españolitos de vacaciones (¡ay! ¡Cómo me gusta el catolicismo con las vírgenes, los santos, y la Semana Santa!) y dicen: “¡Mira esas alemanas!”. La muniquesa de Madrid todavía, pero yo…
Pues nada, debo tener cara de guiri, hasta una señora me preguntó cómo se iba a no sé dónde. Pues, oiga, que no lo sé que es la tercera vez que piso Alemania en toda mi vida.
Muy fuerte lo nuestro. Esto es porque ya nos mimetizamos con el ambiente.
Me parece bastante curiosa esta transformación. Y mira que yo cuando hablo español subo el volumen. Menos mal que por la noche un camarero me dijo gracias en español. No me hace mucha gracia tampoco que me saquen de dónde soy por el acento en inglés…
La muniquesa me ha tratado muy bien, tiene una casa limpia, y eso yo a estas alturas de la vida lo valoro mucho. Y en Alemania se come mucho mejor que en Holanda. Y el viaje a Salzburgo estuvo genial.
Voy a hacer pocos viajes este Erasmus, pero desde luego éste ha merecido mucho la pena. Ahora me toca hambre, porque me he cuidado mucho y no me he privado de nada en Múnich.
No quiero que se me malinterprete con lo de europeas, no me las quiero dar de importante ni quiero que nadie piense que reniego de española. Voy a hacer un comentario a favor de la españolidad, que viene a cuento de mi viaje, y de todos los españoles que he visto y de toda la gente joven que anda por el mundo y de toda la gente que habla español. El idioma es importante aunque a algunos les disguste. Lo que significa que ya no se puede hablar tranquilamente pensando que no te van a entender. Bueno, yo sí; al no ser que el tipo que me escuche tenga el DELF (Proficiency de español, para el que no lo sepa), no me entiende. Pero la gente que habla despacio y pronuncia, no debe gritar. Y el español es importante porque, visto que no estamos ni en G20, porque la gente se mueve. La sociedad en general se queja de que no salimos de casa, de que vivimos con papá y mamá. No os imagináis las ganas que tenemos de abandonar esta situación. Y como no ganamos para esto, nos buscamos la vida fuera. Supongo que esto es más frecuente entre los universitarios, pero hay españoles en todas las universidades que yo conozco, y todos hemos querido ser Erasmus alguna vez. Tenemos unas ganas de saber, de conocer, de apreciar otras cosas, que no las tiene nadie. Los jóvenes españoles somos gente con inquietud, y con cultura. Con una cultura que ya quisieran otros países que sus jóvenes tuvieran. Porque la política educativa es una mierda, y nosotros seguimos interesados en la cultura, en el arte, la música, la literatura, la ciencia, la tecnología y viajar. Y, bueno, en post comenté que los holandeses viajan muy lejos. Los españoles viajamos mucho más, aunque no nos llegue el dinero para ir tan lejos. Y lo disfrutamos. Y salimos de casa sin miedo. Y por eso, la europeidad…, no me convence, me gusta mi españolidad. Cuando me independice económicamente será genial, pero no me puedo quejar de momento, tengo un país que me ha obligado a moverme, a saber y a interesarme a hacer cosas diferentes. España potencia nuestra personalidad como ningún país de Europa occidental hace. Eso creo yo al menos.
Y mimetizarme y parecer holandesa, a ver, no me quejo, ahora está bien, pero quiero que la gente sepa que me siento orgullosa de lo que soy, por mucho que viaje, por mucho que me gusten otros sitios y otras culturas (siempre europeas, por desgracia no tengo tanto dinero, pero se aceptan contribuciones, y el BMW).
Así que… ¡Gracias! Sé que se dará por aludida aunque no se sepa su nombre. Me lo he pasado genial, y tiene una casa genial, así que, Jorge, tienes que ir a verla.
La muniquesa y yo nos hemos convertido en dos divas que no se nos puede mirar a la cara. Aunque yo ya no sea tan pija, algo tengo porque quien tuvo retuvo. A parte de la foto debajo de Tiffany’s con gafas de divina de la muerte, después de tomar el brunch, tenemos un aire de europeas que no nos lo creemos. Creo que nadie nos identifica como españolas, y por un lado es genial, porque ni hablando inglés nos sacan, pero por otro, a ver, ¡¡que sí que soy española!!
El viernes me voy a pasar el control policial del aeropuerto, y la señora me dice algo en holandés, a lo que contesto: “What?”, y la señora me repite el rollete en holandés. Y otra vez, “what?”. Y otra vez holandés. Hasta que a la mujer no le dije: “I don’t understand you because I don’t speak Dutch!!”, no me contestó en inglés (en holandés what es wat, puntualizo). Así que bueno, debo tener cara de holandesa, visto como una holandesa al fin y al cabo.
Pero estaba yo en Múnich paseando en una bici decente, no como las holandesas, porque en Múnich se puede tener bicis decentes y la gente no te las intenta tirar al canal (a lo mejor porque no hay, no es plan de idealizarlos), con mi amiga muniquesa, y pasan unos españolitos de vacaciones (¡ay! ¡Cómo me gusta el catolicismo con las vírgenes, los santos, y la Semana Santa!) y dicen: “¡Mira esas alemanas!”. La muniquesa de Madrid todavía, pero yo…
Pues nada, debo tener cara de guiri, hasta una señora me preguntó cómo se iba a no sé dónde. Pues, oiga, que no lo sé que es la tercera vez que piso Alemania en toda mi vida.
Muy fuerte lo nuestro. Esto es porque ya nos mimetizamos con el ambiente.
Me parece bastante curiosa esta transformación. Y mira que yo cuando hablo español subo el volumen. Menos mal que por la noche un camarero me dijo gracias en español. No me hace mucha gracia tampoco que me saquen de dónde soy por el acento en inglés…
La muniquesa me ha tratado muy bien, tiene una casa limpia, y eso yo a estas alturas de la vida lo valoro mucho. Y en Alemania se come mucho mejor que en Holanda. Y el viaje a Salzburgo estuvo genial.
Voy a hacer pocos viajes este Erasmus, pero desde luego éste ha merecido mucho la pena. Ahora me toca hambre, porque me he cuidado mucho y no me he privado de nada en Múnich.
No quiero que se me malinterprete con lo de europeas, no me las quiero dar de importante ni quiero que nadie piense que reniego de española. Voy a hacer un comentario a favor de la españolidad, que viene a cuento de mi viaje, y de todos los españoles que he visto y de toda la gente joven que anda por el mundo y de toda la gente que habla español. El idioma es importante aunque a algunos les disguste. Lo que significa que ya no se puede hablar tranquilamente pensando que no te van a entender. Bueno, yo sí; al no ser que el tipo que me escuche tenga el DELF (Proficiency de español, para el que no lo sepa), no me entiende. Pero la gente que habla despacio y pronuncia, no debe gritar. Y el español es importante porque, visto que no estamos ni en G20, porque la gente se mueve. La sociedad en general se queja de que no salimos de casa, de que vivimos con papá y mamá. No os imagináis las ganas que tenemos de abandonar esta situación. Y como no ganamos para esto, nos buscamos la vida fuera. Supongo que esto es más frecuente entre los universitarios, pero hay españoles en todas las universidades que yo conozco, y todos hemos querido ser Erasmus alguna vez. Tenemos unas ganas de saber, de conocer, de apreciar otras cosas, que no las tiene nadie. Los jóvenes españoles somos gente con inquietud, y con cultura. Con una cultura que ya quisieran otros países que sus jóvenes tuvieran. Porque la política educativa es una mierda, y nosotros seguimos interesados en la cultura, en el arte, la música, la literatura, la ciencia, la tecnología y viajar. Y, bueno, en post comenté que los holandeses viajan muy lejos. Los españoles viajamos mucho más, aunque no nos llegue el dinero para ir tan lejos. Y lo disfrutamos. Y salimos de casa sin miedo. Y por eso, la europeidad…, no me convence, me gusta mi españolidad. Cuando me independice económicamente será genial, pero no me puedo quejar de momento, tengo un país que me ha obligado a moverme, a saber y a interesarme a hacer cosas diferentes. España potencia nuestra personalidad como ningún país de Europa occidental hace. Eso creo yo al menos.
Y mimetizarme y parecer holandesa, a ver, no me quejo, ahora está bien, pero quiero que la gente sepa que me siento orgullosa de lo que soy, por mucho que viaje, por mucho que me gusten otros sitios y otras culturas (siempre europeas, por desgracia no tengo tanto dinero, pero se aceptan contribuciones, y el BMW).
München
De vuelta de Múnich, he de decir que me ha encantado la ciudad. Esta muy bien, y la gente no es que tenga dinero, es que se le sale por las orejas. Como decía mi amigo el que esta en Francia de Erasmus, es la ciudad con más cochazos por metro cuadrado que he visto jamás. Es increíble la calidad de vida que tiene esa gente. Confieso (voy a tener un par de posts bastante pedantes, para el que no quiera leer más y me quiera seguir queriendo) que he viajado bastante por Europa, y después de haber estado en el país más avanzado del mundo, y de haber estado en el país que inventó la sociedad del bienestar, Múnich es la ciudad que más tiene que ofrecer a la calidad de vida. Porque sí, en Holanda la droga es legal y los homosexuales se casan (aunque…, ¡vaya! ¡España fue la primera en eso!), pero llueve y nunca para; en Suecia la gente tiene dinero para aburrir y todo está bastante limpio; pero no es plato de gusto que el sol no salga en invierno y que el mar se congele a tu alrededor. Y en Múnich viven un poco a la italiana, y el frío, querida anfitriona, es seco, por mucho que haga es mucho mejor que el que hace en Holanda, que cala hasta los huesos.
Pero a mí no me ha hecho frío, más bien todo lo contrario, hasta me he tenido que comprar unas gafas de sol (a ver, ¿para qué quiero unas gafas de óptica si voy a estar en Holanda todo el verano? ¡No hace sol!), y me han salido mis pecas en la nariz de todos los veranos. He estado tomando un café en Marienplatz en una terraza al sol en manga corta a las 10 de la mañana. Y aunque me cobraran 4 euros, mereció la pena. Es aquí cuando me sale decir que Holanda gana. En Leidseplein, que es más o menos a Amsterdam lo que Marienplatz a Múnich, un café como mucho cuesta 2.50 euros. En Holanda es monoprecio: un café, dos euros; un té, dos euros; una cerveza, dos euros; supongo que una cocacola (no uso de eso), dos euros.
Los alemanes son gente que me parece tan educada, tan civilizada, que me sorprende, incluso después de llevar ocho meses en Holanda. Al principio Holanda me parecía un lugar tan silencioso, la gente tan poco ruidosa… Ya no, no lo son, aunque bueno, depende del estándar, y en España estamos muy lejos de ser comparables. Pero el alemán suena como música para mis oídos, como una melodía de fondo que no molesta, comparado con las jotas constantes del holandés.
Múnich, aunque lo llamen “La Gran Villa”, es a todas vistas, una ciudad grande, y extensa. Al lavarme las manos a media mañana ya me salía el agua negra como en Madrid de la contaminación (¡Ay! ¡Cuánto la echo de menos!). Y hay que andar bastante para ir de un sitio a otro. Y el metro funciona fatal, lo siento, pero Madrid tiene frecuencia, probablemente porque sea tres veces Múnich, pero el metro en mi cabeza se caracteriza por ser frecuente, no por ser un tren que va debajo del suelo. Y aun así, y por las ganas tan grandes que tenía de salir un rato de mi rutina, y de ir a una ciudad grande, estaba encantada.
De verdad, ahora entiendo muchas cosas, y Múnich es un sitio genial para vivir, y una ciudad que incluiría en mi lista de opciones llegado el momento.
También creo que debo decir que es un sitio muy “ingenieril”: el Deutsches Museum es un lugar impresionante, donde si supiera alemán, podría estar días. Y el museo de la BMW, a mí que no tengo especial pasión por los coches (sí, lo confieso, a media asignatura de ser ingeniera industrial, y a los ojos del extranjero ingeniera mecánica), me apasionó. Im-presionante. De hecho voy a colgar la foto del coche que espero que algún alma cándida me regale cuando acabe la carrera, así que si releed esto mañana cuando haya podido colgar la foto.
En fin, los alemanes tienen una gran ciudad para vivir que es Múnich, que además me sorprendió por ser plana. ¿No se supone que Baviera está en los Alpes? Una vista de lejos parecía un poco Aranda del Duero, plano con las montañas al fondo.
El caso, que me ha encantado Múnich. Me ha parecido una ciudad apasionante, pero para contar las cosas en plan: “hay que visitar eso y esto”, el Lonely Planet y Ian Wright son mucho mejores que yo. En siguientes posts me pondré pedante y contaré más cositas, y también hablaré de mi anfitriona.
Pero a mí no me ha hecho frío, más bien todo lo contrario, hasta me he tenido que comprar unas gafas de sol (a ver, ¿para qué quiero unas gafas de óptica si voy a estar en Holanda todo el verano? ¡No hace sol!), y me han salido mis pecas en la nariz de todos los veranos. He estado tomando un café en Marienplatz en una terraza al sol en manga corta a las 10 de la mañana. Y aunque me cobraran 4 euros, mereció la pena. Es aquí cuando me sale decir que Holanda gana. En Leidseplein, que es más o menos a Amsterdam lo que Marienplatz a Múnich, un café como mucho cuesta 2.50 euros. En Holanda es monoprecio: un café, dos euros; un té, dos euros; una cerveza, dos euros; supongo que una cocacola (no uso de eso), dos euros.
Los alemanes son gente que me parece tan educada, tan civilizada, que me sorprende, incluso después de llevar ocho meses en Holanda. Al principio Holanda me parecía un lugar tan silencioso, la gente tan poco ruidosa… Ya no, no lo son, aunque bueno, depende del estándar, y en España estamos muy lejos de ser comparables. Pero el alemán suena como música para mis oídos, como una melodía de fondo que no molesta, comparado con las jotas constantes del holandés.
Múnich, aunque lo llamen “La Gran Villa”, es a todas vistas, una ciudad grande, y extensa. Al lavarme las manos a media mañana ya me salía el agua negra como en Madrid de la contaminación (¡Ay! ¡Cuánto la echo de menos!). Y hay que andar bastante para ir de un sitio a otro. Y el metro funciona fatal, lo siento, pero Madrid tiene frecuencia, probablemente porque sea tres veces Múnich, pero el metro en mi cabeza se caracteriza por ser frecuente, no por ser un tren que va debajo del suelo. Y aun así, y por las ganas tan grandes que tenía de salir un rato de mi rutina, y de ir a una ciudad grande, estaba encantada.
De verdad, ahora entiendo muchas cosas, y Múnich es un sitio genial para vivir, y una ciudad que incluiría en mi lista de opciones llegado el momento.
También creo que debo decir que es un sitio muy “ingenieril”: el Deutsches Museum es un lugar impresionante, donde si supiera alemán, podría estar días. Y el museo de la BMW, a mí que no tengo especial pasión por los coches (sí, lo confieso, a media asignatura de ser ingeniera industrial, y a los ojos del extranjero ingeniera mecánica), me apasionó. Im-presionante. De hecho voy a colgar la foto del coche que espero que algún alma cándida me regale cuando acabe la carrera, así que si releed esto mañana cuando haya podido colgar la foto.
En fin, los alemanes tienen una gran ciudad para vivir que es Múnich, que además me sorprendió por ser plana. ¿No se supone que Baviera está en los Alpes? Una vista de lejos parecía un poco Aranda del Duero, plano con las montañas al fondo.
El caso, que me ha encantado Múnich. Me ha parecido una ciudad apasionante, pero para contar las cosas en plan: “hay que visitar eso y esto”, el Lonely Planet y Ian Wright son mucho mejores que yo. En siguientes posts me pondré pedante y contaré más cositas, y también hablaré de mi anfitriona.
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