martes, 28 de abril de 2009

24 (II)

Ahora que ya sí que tengo 24 castañas podemos contar las peripecias del cumpleaños. Porque aunque me dieran ataques de histeria celebrando lo que espero sea mi último cumpleaños en la universidad (¡uyyyy, precipicio!), hay cosas que nunca cambian y por eso me tiré todo el domingo soportando una resaca como la que no tenía desde el día de San Cemento del año pasado, que fue exacta y concretamente el día antes de que yo hiciera 23 años, y mucha gente lo recordará por mi grapa en la cara. En fin, hay veces que tenemos daños colaterales y los llevamos con toda la dignidad que se puede.
También se lleva con toda la dignidad que se puede que en este país siempre me digan que no puedo entrar en los bares porque para ellos, regular customer significa holandés (y ario, al ser posible). Digo yo, a ver, que si no me dejas entrar nunca me voy a hacer regular customer, ¿no? Esto es lo que quería contar de mi cumpleaños, mi agobio por no saber donde meter a toda la gente que vino después de que lo que yo pensaba que era una fiesta para destrozarme la casa. Aunque la casa acabó mucho más limpia de lo que suele estar... En Holanda no se puede entrar a las discotecas si no se es holandés y ario, o chica y solo una chica con cara de holandesa aunque no lo sea (grupo en el que peligrosamente empiezo a estar incluida). Porque yo entré, pero a mi compañero de piso libanés con pasaporte holandés lo tiraron. Me toca bastante las narices, para qué nos vamos a engañar, pero ya lo he aceptado.
Es solo que el día de mi cumpleaños, con mis amigos de la escuela por aquí me apetecía meterlos en un sitio guay, y acabamos en una fiesta de Erasmus españoles (vaya, Erasmus a secas casi me vale).
Pero quería decir otra cosa de mi cumpleaños. Yo vi hace muchos años una película que me consta que ha marcado a mucha gente, llamada “L’auberge espagnol”. La película en cuestión va de un chico que se va de Erasmus a Barcelona, y decir que se lo pasa bien es poco. Y entonces, yo que estaba en el cine con mi madre, y en ese momento cursaba segundo de bachillerato, decidí que tenía que ser Erasmus, y la miraba diciendo que si con la cabeza, y mi madre decía que no… ¡Y aquí estoy! Después de haber cumplido 19 años ya no me acuerdo ni de cuántas veces, porque fueron muchas, este año estoy fuerte con los 24, que Marissa hace mucho que se murió. Y lo asumo y lo digo con la cabeza bien alta porque ya he hecho casi todo lo que quise hacer durante mi vida, solo me falta acabar la carrera, y aunque es asintótico y nunca parece que llegue, me acerco sin parar.
Así que después de que haya vuelto a hacer frío y a llover en Holanda, me encanta estar aquí con mis 24 años convirtiéndome en una persona que, al menos, se gusta a sí misma.
Optimismo es la palabra que pienso marcarme a fuego. A pesar de seguir con resaca, este año tengo la barbilla entera.
Solo pongo una pega: me gustaría estar un rato más con la gente de Madrid; a veces y en fechas señaladas os echo mucho de menos.

2 comentarios:

--pab7oAB-- dijo...

estarias jodida si fuera asintótico...
lo del tiempo te pasa por regodearte via facebook de que hacía mejor tiempo en holanda q aki, chata contra esto no puedes competir
besetes!

Rous dijo...

felicidades atrasadas!!

y sí, los cumples erasmus son especiales aunque es inevitable echar de menos a la gente de siempre...

me alegro de que disfrutaras tu día!
hoy fiesta en Amsterdam, no? estarás por allí?

1bso grande!