miércoles, 8 de abril de 2009

München

De vuelta de Múnich, he de decir que me ha encantado la ciudad. Esta muy bien, y la gente no es que tenga dinero, es que se le sale por las orejas. Como decía mi amigo el que esta en Francia de Erasmus, es la ciudad con más cochazos por metro cuadrado que he visto jamás. Es increíble la calidad de vida que tiene esa gente. Confieso (voy a tener un par de posts bastante pedantes, para el que no quiera leer más y me quiera seguir queriendo) que he viajado bastante por Europa, y después de haber estado en el país más avanzado del mundo, y de haber estado en el país que inventó la sociedad del bienestar, Múnich es la ciudad que más tiene que ofrecer a la calidad de vida. Porque sí, en Holanda la droga es legal y los homosexuales se casan (aunque…, ¡vaya! ¡España fue la primera en eso!), pero llueve y nunca para; en Suecia la gente tiene dinero para aburrir y todo está bastante limpio; pero no es plato de gusto que el sol no salga en invierno y que el mar se congele a tu alrededor. Y en Múnich viven un poco a la italiana, y el frío, querida anfitriona, es seco, por mucho que haga es mucho mejor que el que hace en Holanda, que cala hasta los huesos.
Pero a mí no me ha hecho frío, más bien todo lo contrario, hasta me he tenido que comprar unas gafas de sol (a ver, ¿para qué quiero unas gafas de óptica si voy a estar en Holanda todo el verano? ¡No hace sol!), y me han salido mis pecas en la nariz de todos los veranos. He estado tomando un café en Marienplatz en una terraza al sol en manga corta a las 10 de la mañana. Y aunque me cobraran 4 euros, mereció la pena. Es aquí cuando me sale decir que Holanda gana. En Leidseplein, que es más o menos a Amsterdam lo que Marienplatz a Múnich, un café como mucho cuesta 2.50 euros. En Holanda es monoprecio: un café, dos euros; un té, dos euros; una cerveza, dos euros; supongo que una cocacola (no uso de eso), dos euros.
Los alemanes son gente que me parece tan educada, tan civilizada, que me sorprende, incluso después de llevar ocho meses en Holanda. Al principio Holanda me parecía un lugar tan silencioso, la gente tan poco ruidosa… Ya no, no lo son, aunque bueno, depende del estándar, y en España estamos muy lejos de ser comparables. Pero el alemán suena como música para mis oídos, como una melodía de fondo que no molesta, comparado con las jotas constantes del holandés.
Múnich, aunque lo llamen “La Gran Villa”, es a todas vistas, una ciudad grande, y extensa. Al lavarme las manos a media mañana ya me salía el agua negra como en Madrid de la contaminación (¡Ay! ¡Cuánto la echo de menos!). Y hay que andar bastante para ir de un sitio a otro. Y el metro funciona fatal, lo siento, pero Madrid tiene frecuencia, probablemente porque sea tres veces Múnich, pero el metro en mi cabeza se caracteriza por ser frecuente, no por ser un tren que va debajo del suelo. Y aun así, y por las ganas tan grandes que tenía de salir un rato de mi rutina, y de ir a una ciudad grande, estaba encantada.
De verdad, ahora entiendo muchas cosas, y Múnich es un sitio genial para vivir, y una ciudad que incluiría en mi lista de opciones llegado el momento.
También creo que debo decir que es un sitio muy “ingenieril”: el Deutsches Museum es un lugar impresionante, donde si supiera alemán, podría estar días. Y el museo de la BMW, a mí que no tengo especial pasión por los coches (sí, lo confieso, a media asignatura de ser ingeniera industrial, y a los ojos del extranjero ingeniera mecánica), me apasionó. Im-presionante. De hecho voy a colgar la foto del coche que espero que algún alma cándida me regale cuando acabe la carrera, así que si releed esto mañana cuando haya podido colgar la foto.
En fin, los alemanes tienen una gran ciudad para vivir que es Múnich, que además me sorprendió por ser plana. ¿No se supone que Baviera está en los Alpes? Una vista de lejos parecía un poco Aranda del Duero, plano con las montañas al fondo.
El caso, que me ha encantado Múnich. Me ha parecido una ciudad apasionante, pero para contar las cosas en plan: “hay que visitar eso y esto”, el Lonely Planet y Ian Wright son mucho mejores que yo. En siguientes posts me pondré pedante y contaré más cositas, y también hablaré de mi anfitriona.

1 comentario:

sandra dijo...

ains q súper visita! siento de verdad q el alemán sea "música" para tus oidos; no quiero imaginarme el holandés entonces. y de silenciosos nada! jajjajaja!