jueves, 7 de mayo de 2009

Rennes

Yo ya he cumplido con mi experiencia Erasmus hasta donde se podía llegar. Tenía que ir a Munich y a Rennes y ya he ido, así que ahora me siento súper orgullosa de mí misma.
¿Qué tal la experiencia de ir a la France? Pues muy bien. Me he cansado y voy a empezar a poner nombres. Tenía muchas ganas de ver a Jesús, que aunque estuvo aquí hace poco, y en Madrid nos vemos bastante menos de lo que piensa la gente a pesar de estar en la misma escuela; Jesús me centra y me hace encontrarme a mí misma un poco, como que por fin estoy un poco en la ETSII (adonde tengo que volver el día 25 de junio y espero no volver nunca más), a la que en realidad pertenezco más de lo que quiero aparentar.
Yo de Francia conozco bastante poco, para qué nos vamos a engañar. Además, siempre que voy a un sitio me dicen: “No, no, esto no se parece a Francia, esto es como otro país”. Vaya, París es otro país, Niza es Italia, y Rennes es una cosa rara, como ingleses que no saben que son ingleses. Los países de habla inglesa de Europa forman el único bloque, por así decir, que no conozco, y la verdad es que después de comer basura en Holanda desde que llegué, y con la fama que tienen los ingleses de comer más basura y de ser más feos y más horteras que nada (lo de horteras, pienso que 200 millones de europeos no pueden equivocarse: los calcetines blancos con sandalias tienen que ser lo más in), no creo que se parezcan a los bretones.
La verdad, Rennes tiene una vida que hacía mucho que no veía. Y venía del día de la Reina, y Ámsterdam es una ciudad viva. Pero andaba por la calle, y las tiendas abiertas a las 7 de la tarde es una cosa que se aprecia.
Es algo que en Holanda me mataba de desesperación al principio de llegar. La Universidad tiene acceso restringido a partir de las 7, pero en algunas facultades como ChemTech es a las 6. La gente a las cinco y media se va a cenar a casita, y las tiendas cierran. Y yo andaba por la calle y me moría de desolación, porque eran las siete de la tarde y parecían las diez. Pero ahora ya estoy acostumbrada, a todo se hace una. Ya sé que si me quiero ir de compras tengo que ir a las tres para que me dé tiempo a ver algo. Y vas por el centro de Delft, y sólo huele a rollitos de primavera vietnamitas (que se llaman lumpia o algo así que suena fatal y huele peor), y a patatas fritas y croquetas con saté. ¡Y Francia huele a pasteles!
¿Por qué? ¿Por qué la gente en España está mucho más gorda que en Francia si las calles de Francia huelen a pastel? ¿Por qué los franceses sin ser los más guapos (gana Holanda de goleada) son los que mejor visten? Haciendo un aparte a los calcetines blancos, claro. ¿Por qué la gente de París es tan gilip…… y me da tanto miedo? ¿Por qué París tiene ese olor a París, que no es ni bueno ni malo, es solo a París? ¡Y el metro, por Dios! ¡Que arreglen ese metro infrahumano y tercermundista! Y sin embargo, efectivamente Rennes es como otro país frente a París, otro país con perroflautas por la calle, con gente que va descalza porque les apetece, con terrazas abiertas a todas horas que no tienen las sillas enfrentadas a la calle (este detalle me llamó mucho la atención, lo siento pero tiendo a fijarme en ese tipo de tonterías).
Rennes es una ciudad muy acogedora porque las casas de madera hacen las ciudades acogedoras, y porque en algunos barrios realmente parece que te vas a encontrar con Asterix por la calle, que para eso Asterix era bretón.

Y a la vez que acogedora es tranquila, pero con vida, la vida de los universitarios (no quiero yo pensar que sería de Delft si no estuviéramos los intentos de ingeniero por aquí). Además Rennes tiene una cosa impresionante, como el resto de Francia, supongo, a ver si un día me voy a Francia de verdad, a parte de un lenguaje bonito sin jotas, y es la gastronomía. Me he alimentado de una cosa llamada galett, o algo así, que es como una crepe pero con sustancia. Y los pasteles… (yo me pregunto cómo es posible que no sea obesa) Una cosa llamada Kougn Mann o algo parecido que era pesado, no, lo siguiente; y si no me comí doscientos es porque tengo conciencia. Y también tiene Rennes una buena infraestructura, a pesar de lo caro que es el tren. El TGV es un invento genial. Rennes es una ciudad pensada para vivir y tiene la calidad de vida que no he visto en los otros sitios de la no-Francia dónde he estado.
Pero hay algo que le falta a Rennes, y a toda Francia en general: la capacidad de hablar inglés. Jesús tiene unos compañeros de residencia (vivan los platos de ducha que en Holanda no existen, por cierto) que se acababan de examinar del TOEFL y yo los entendía mejor con mi francés chapurrero y cutre en francés que cuando hablaban en inglés. Como me recuerda a mi querida España…
Y después de un fin de semana cargadito; Reina, Rennes, resaca… : la dura realidad del proyecto.

1 comentario:

--pab7oAB-- dijo...

vaya vaya, me alegra que te guste francia, y si, huele a pan au chocolat y a croissant tierno, yo tenia una tiendecita enfrente de donde cogia el autobus que me mataba

tantas cosas podria comentar, pero me tengo q ir!
1bsete!