viernes, 5 de diciembre de 2008

Sinterklaas y yo a solas

El otro día hablé con un amigo de que nuestra amiga de erasmus en Múnich había escrito en su blog la depresión prenavideña que le invadía. En ese momento, que era día 1, yo estaba contenta porque noviembre se había acabado, y por fin podía volver a ser yo, sin nada que me oprimiera.
Pero yo también tengo morriña, lo que pasa es que desde que encontré la tienda española se me ha quitado un poquillo. Y aunque no me guste la Navidad, hoy me siento un poco mal. Me quedo sola en casa porque todos mis compañeros de piso (nueve, ni más ni menos) se van a casa a celebrar que viene Sinterklaas, desde Madrid en un barco de vapor, ahí es nada, todavía le doy vueltas en la cabeza para entenderlo. Y yo me quedo un poco como si fuera Nochebuena y me quedara sola en casa, comiendo el pavo y el turrón conmigo misma.
Es el tipo de sentimiento hipócrita que desarrolla esta época del año en todos nosotros: no queremos Navidad porque es comercial, porque es la representación de una Iglesia en la que no creemos, y demás excusas, pero si nos quedamos sin regalo y sin nadie con quién celebrarla, nos entristecemos. Y Madrid es tan bonito en estas fechas, que realmente lo echo de menos.
Quedan menos de dos semanas para volver a la realidad, a mi vida de verdad, con mis amigos y mi novio y mi familia, para ver cuánto han cambiado las cosas y empezar a estudiar de verdad las asignaturas de la escuela y tomar las riendas de una vida aparcada durante un rato. En ese momento dejaremos de estar tristes,amiga de Múnich , así que no te preocupes, ¡no queda nada!
Y a pesar de las ganas que tengo de volver a mi casa (mi cama de matrimonio contra un colchón de Ikea de 50€), con el suelo limpio por el que andar descalza, Holanda me ofrece unas cosas de las que ahora me va a costar desprenderme y que me van a chocar de vuelta a mi país. No es solo la independencia, sino que también me va a llamar la atención el volumen al que se habla en España, por ejemplo, y aseguro que no me apetece nada oír gritos porque sí, por mucho que sea nuestro tono de voz. Aquí además nieva, sin hacer demasiado frío, y da ambiente navideño, el aire está sorprendentemente limpio y las cafeterías son islas en la ciudad mucho más acogedoras que en España.
Después de 3 meses en Holanda, he de decir que me gusta este país, aunque ponga pegas, y que por muy triste que me ponga, si los que os molestais en leer este blog estuvierais por aquí, no me importaría quedarme. Mi soledad de hoy es solo interior, sé que saldré a tomar algo con mis amigos Erasmus, pero mi gente es mi gente, y Navidad y todo lo que tenga que ver con ella, en familia es mejor, sobre todo este año, después de mucho tiempo sin verla.

2 comentarios:

sandra dijo...

ciertamente lo del barco de vapor tiene su intríngulis...
ah! y por lo de la nieve no te preocupes q por tierras villalbinas me cuentan están igual.
de camas mejor no hablar, xq ya me he dejado la espalda en el colchón hinchable, q es grande xo no todo lo duro q debiera (sin interpretaciones por favor),

MariNa dijo...

¿Plan nocheviejuno? ;)

Besos choniii holandesa (ya tengo que ir a la peluquería que vuelvo a tener raíces :P)